Vamos a contar mentiras tralará

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El valor de educar en la verdad y en la honestidad 

La mentira en los niños tiene que ver con una falta de ajuste con las expectativas de sus padres y de sus profesores. Los niños básicamente quieren gustar y por eso aprenden a contar mentiras porque piensan que tal como son no van a ser aceptados por sus padres, sus profesores, sus amigos… y entonces empiezan a “maquillarse”. Por desgracia, además, pueden descubrir que mentir puede tener sus ventajas. Desde este punto de vista, cuando un niño miente, el foco no se debe poner en la culpa, sino en la autoestima.
Contar Mentiras

La educación basada en la honestidad es un pilar fundamental para construir relaciones sólidas y fomentar valores  en nuestros hijos. Educar en la verdad es un viaje continuo que requiere paciencia y compromiso. La verdad no solo es un valor fundamental, sino también un regalo que los padres pueden brindar a sus hijos para que crezcan como personas íntegras y respetuosas, con ellos mismos y con los demás.

El valor de la valentía 

Dialogar

Es en la educación primaria, sobre los 7-8 años, cuando el afecto del niño en sus padres ha dejado de ser absoluto, incondicional. Entonces es cuando los niños empiezan a agrandarse u ocultarse para tener un lugar en el mundo y es cuando aprenden a contar mentiras. Es estremecedor. Es fundamental escuchar y entender por qué el niño miente. Debemos valorar el esfuerzo de la valentía. De ese “decir la verdad aunque cueste” que tanto le repetimos.

No castigar cuando se ha cometido un error. Porque si nos han dicho la verdad, tenemos la oportunidad del diálogo. De la reconstrucción de los hechos y de dar a nuestro hijo la posibilidad de que en el futuro pueda optar por otra forma de actuar más adecuada, lo contrario sería enseñar que contar mentiras les libra de ese castigo.

Cuando pensemos en la sinceridad, la pregunta nunca debe ser ¿Por qué miente?… sino ¿Para qué miente? Los niños en primaria toman modelos de los padres, de profesores y de otros alumnos, a los que ven mentir con cierta naturalidad. Ven las consecuencias “positivas” y negativas que tiene este acto.

Establecer vínculos de confianza 

Es curioso cómo cuando se establece un vínculo de confianza, donde los chicos pueden expresar sus emociones y pensamientos sin temor, el niño no acude a contar mentiras porque no se siente juzgado. Y porque siente que es escuchado con empatía y se le quiere tal y como es.

Cómo educar en la verdad desde casa 

Diálogo y conversación en familia
  1. El  ejemplo: Los niños aprenden observando. 
  1. Fomentando la comunicación abierta: crear un entorno donde los hijos se sientan cómodos compartiendo sus pensamientos y sentimientos es esencial para construir una base de confianza. Las horas en las que la familia se reúne alrededor de la mesa, o en una actividad al aire libre donde no estemos “haciendo nada productivo”, puede ser ideal para construir conversaciones y dialogar con nuestros hijos. 
  1. Consecuencias y responsabilidad:  cómo enseñar a los niños sobre las consecuencias de sus acciones y fomentar la responsabilidad personal, construyendo una comprensión sólida de la importancia de la verdad en la vida cotidiana.
  1. Manejo de situaciones difíciles: cuando los niños se enfrentan a pequeños o grandes dilemas es crucial proporcionar orientación en lugar de castigo. Conversaremos sobre estrategias para abordar situaciones difíciles y transformarlas en oportunidades de aprendizaje. Por eso es importante que, desde pequeños, y en el día a día, en el hogar y en la familia, haya lugares y momentos de conversación y diálogo, sin otras distracciones. Si no cuidamos esto desde que son pequeños es muy difícil que nuestros hijos después nos compartan sus preocupaciones a medida que van creciendo.
  1. Narrativas y cuentos: descubre cómo las historias pueden ser herramientas poderosas para enseñar valores.
  1. Honestidad consigo mismo: enseñar a los niños a ser honestos consigo mismos es tan crucial como fomentar la honestidad con los demás, para  cultivar la autoconciencia y la autenticidad.

Por Pedro Milla Extremera, docente del colegio Altaduna- Saladares, de Attendis en Almería. 

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