El mejor momento para crecer
Llegan las vacaciones de verano, momento ansiado para los alumnos y temido por los padres. De repente, el orden y concierto del curso se convierte en caos y tras los primeros días de descanso aparecen los primeros conflictos. Como casi siempre, una buena planificación ayuda a evitarlos. Y más si se trata de adolescentes, con los que es más complicado.
Ya hemos hablado otras veces de la necesidad que tienen nuestros hijos de que tracemos algunas líneas maestras que establezcan las normas de convivencia que, lejos de perjudicarles o limitar su libertad, les ayudan a saber por dónde ir.
Es cierto que el verano debe ser un tiempo distinto al resto del año y que han de recoger el merecido premio y descanso después de un curso duro e intenso, pero esto no significa que sea momento de hacer lo que quieran cuando quieran. Ya sabemos que los adolescentes son especialistas en esto. No es raro oírles decir en estas últimas tutorías del curso que ahora les toca divertirse y hacer lo que les apetezca.
El verano es muy largo y hay tiempo para todo
Ya que el mes más habitual para las vacaciones en familia es agosto, os propongo que aprovechen el mes de julio para hacer alguna actividad formativa, que no sólo les haga crecer sino que además les aporte valor añadido a sus currículos. Dependiendo de sus gustos, necesidades y personalidades y, por qué no decirlo, de nuestras posibilidades, podemos optar por motivarlos a participar en alguna actividad de voluntariado, hacer un curso intensivo relacionado con su deporte favorito, ir a algún campamento como monitores, salir al extranjero… Los beneficios son muchos. Salir de casa a un entorno distinto nos permite desarrollar habilidades sociales, nos da la oportunidad de desenvolvernos en ambientes nuevos, buscar soluciones a pequeños conflictos que suelen afrontar nuestros padres por nosotros, afrontar pequeñas responsabilidades… Por supuesto, todo ello bajo la supervisión de una organización o institución que ofrezca garantías y confianza. El truco está en hacérselo atractivo; vendamos nuestro producto como auténticos expertos en marketing (van muchos chicos de tu edad, estarás unos días fuera de casa, confiamos en que lo puedes hacer muy bien, nos han dicho en el colegio que cuentan con tu ayuda, vas a conocer sitios nuevos, tienes la posibilidad de practicar este deporte que te encanta…) ¿Qué chico de 13-17 años no sueña con perder de vista a sus padres unos días y sentir que es útil y lo consideramos mayor!
Esto ofrecerá a estos adultos en potencia unas semanas de diversión alternativa sana y seguro de enriquecimiento.
Es cierto que el verano debe ser un tiempo distinto al resto del año y que han de recoger el merecido premio y descanso después de un curso duro e intenso, pero esto no significa que sea momento de hacer lo que quieran cuando quieran.
Y el tiempo que estén en casa…
Aquí os dejo algunos consejos que pueden ayudaros a ordenar el desordenado verano:
Lo primero que os propongo es que os sentéis a pensar cómo os vais a organizar; quién va a estar a cargo de los niños. Lo normal será que ellos tengan unas vacaciones mucho más largas que los padres así que en algún momento estarán al cargo de abuelos, niñeras…. Ellos tienen que tener claro quién ejerce la autoridad en vacaciones; estar en casa de los abuelos no puede convertirse en horario libre y “hago lo que quiero”. Han de ser conscientes de cuáles son las normas.
Además, es el momento ideal para establecer qué tareas de la casa son las que ellos tienen la responsabilidad de hacer. Ya hablamos en otro post de este blog de la importancia de que tengan algún encargo en casa que repercuta sobre los demás miembros de la familia. Es decir, no basta con recoger su cuarto u ordenar su ropa. Podéis pedirles que pongan la mesa, la lavadora, recojan la cocina… A estas edades deberían ser capaces de sustituir a sus padres en casi todo lo referente a la organización de la casa.
Fijad un orden dentro de la flexibilidad que exigen las vacaciones. Por ejemplo, si soléis levantaros tarde, ir a la playa tranquilamente, etc. Lo lógico es que todo el horario se retrase. No importa, se puede comer a las tres y media si hace falta, pero podéis establecer que siempre se come en familia. Conociendo vuestros gustos y costumbres, decidid vosotros cuál es el orden del verano. Esto os ayudará a tener espacios de conversación con ellos, parones en el día que os ayuden a controlar dónde están y qué hacen, momentos de complicidad…
Uno de los puntos delicados del verano es la hora de vuelta a casa. En este sentido os diría dos cosas, por un lado, que seáis coherentes con la política que habéis defendido todo el año y las variables que os hayan hecho establecer un horario.
Para merecer salir hay que cumplir con las normas generales de la casa: “No quiero que vuelvas solo”, “pienso que son demasiadas horas fuera”, “se acueste uno a la hora que se acueste hay que estar levantado a tal hora”… Por otro lado, quien hace la unión hace la fuerza, así que lo ideal sería ponerse de acuerdo con el resto de padres de la pandilla para establecer una hora más o menos común. A veces esto no es posible y entonces debéis ser vosotros los que decidáis. Si no sabéis ni por dónde empezar, hablad con el tutor de vuestro hijo para que os oriente. Sea cuál sea la decisión, creo que es buena idea (sobre todo con los más jóvenes) que los esperéis despiertos o los recojáis donde vayan. Igual podéis montar vuestro propio plan con amigos esos días para controlar en qué estado llegan. Ah! “¡Sed más pillos que ellos!” Que a veces parece mentira que nosotros hayamos pasado antes por esa edad. Se las saben todas…
Otro de los temas conflictivos al que yo le doy especial importancia, es la moda de ir de casa en casa todo el verano. No es que esté mal que pasen unos días en casa de un amigo pero, ojo, que al final establecen un circuito de visitas que se convierte en que nuestro hijo pasa gran parte del verano fuera de casa. Podemos tener la debilidad de permitirlo por comodidad pero no olvidéis que todo educa y en casas ajenas no controlamos lo que pasa (horarios, salidas, internet, televisión, conversaciones, compañías…)
No quiero terminar sin deciros que es la época del año perfecta para pasar tiempo con ellos. En vacaciones todo es más distendido y todos estamos más relajados. Nuestros hijos disfrutan más de lo que pensamos cuando hacemos “el tonto con ellos”, jugamos a las cartas, una ola nos da una voltereta… Además, durante el año no parecemos tener tiempo para hablar de nada y conviene hablar con ellos de tantas cosas… Las excursiones en bici, los ratos de pesca, los paseos por la playa, incluso el aburrimiento en un día de calor en el campo nos ofrecen la oportunidad perfecta para hablar de sus cosas.
¡Os deseo un feliz verano en familia!