El sentido de la prioridad

Comparte

Descubrir lo que es más importante de nuestra vida nos hará más felices.

En la sociedad de las prisas, en las que “hacer hacer”, es el verbo capital de nuestro intenso y larguísimo día, quizá no tengamos un momento para pararnos y pensar si lo que “hacemos” es realmente lo que tenemos que hacer, o si, por el contrario,  nos dejamos llevar por  los “bandazos” del día a día, como un tronco guiado por el curso del río, sin destino cierto, y con la suerte como única compañera de viaje.

“Lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante”. Estas palabras son del escritor Stephen Covey y están extraídas de su libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”. Lejos de parecer un juego de palabras, esta frase entraña más de lo que superficialmente pueda parecer, puesto que nos hace pensar si vivimos según la  escala de valores que queremos vivir, o si, por el contrario, nos dejamos llevar por lo que “surge en cada momento”.

Victor Küpers, escritor y coach, de origen holandés, se dedica a la formación de personas. En su libro “Vivir la vida con sentido” apunta que las personas tenemos tiempo para lo que nos importa. Y lo ejemplifica de manera muy gráfica con la siguiente pregunta: “¿Conoces a alguien que se haya muerto por falta de tiempo para comer?”. “¿Hace falta que la vida nos dé un golpe para darnos cuenta de lo que es importante de lo que no?”.

Según Küppers, hay que dedicar el tiempo a lo que realmente vale la pena: “Uno no tiene cosas importantes en su vida, sino que tiene personas importantes, relaciones importantes”. Y da una pauta, la de encontrar la misión de vida, la de cada uno: “Cuando uno encuentra su misión en la vida, todo de repente tiene sentido. Tú te sientes feliz en la medida en que sientes que controlas tu vida, y viceversa”.

En busca del sentido

a veces lo que constituye una obligación puede ser causa de felicidadEn el II Congreso de Felicidad del Instituto Coca Cola, Mario Alonso Puig, uno de los más reconocidos expertos en temas de liderazgo, comunicación y gestión del estrés, resumía así su concepto de felicidad: “Para mí la felicidad es descubrir en la vida el sentido de nuestra existencia”.

Y continuaba: “El sentido nos hace priorizar en nuestra vida, con lo cual podemos decir sí y podemos decir también no, sin tener ninguna sensación de culpabilidad. El sentido nos hace vivir de acuerdo a lo que para nosotros son verdaderos valores y no de acuerdo a lo que otros han decidido que ha de ser para nosotros lo valioso”.

Y terminaba su ponencia con esta rotunda conclusión sobre la felicidad: “Para mí, el sentido de la vida, la base de la felicidad es plantar semillas de esperanza, de ilusión, de confianza, aunque yo no las vea florecer y  aceptando que en esas semillas existirá la imperfección de eso que tengo de barro, pero también existirá la perfección y la belleza de eso que tengo de Dios”.

Así, hoy día, en la sociedad del progreso, en la que parece que se ha conseguido y se ha inventado todo, todavía no se ha dado con la receta de la felicidad. Será porque esa misteriosa receta está en el interior de cada uno. Y de cada uno depende descubrirla. Quizá con la prioridad de auténticos valores podamos atisbar algunos resquicios. Eso sólo depende de nosotros.


Artículo original publicado en el número 17 de la revista Signos por Diana Pérez Camarasa.

Seguir leyendo