Conductas preocupantes

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Todos los niños, en algún momento de su infancia, pueden presentar alguna conducta, que a pesar de ser normales a esta edad, preocupan mucho a los padres.

¿Cuáles son las conductas infantiles (de 3 a 6 años)  que se presentan de manera más frecuente, a las que los padres pueden enfrentarse en su labor educativa? Veamos las más comunes para tratar de identificarlas y ponerles solución.

(Por Ana Mª Perez Sanz)

Celos

Los celos representan una de las emociones más naturales o esenciales, y en la familia, es la rivalidad entre hermanos por conseguir el cariño y la atención de los padres, la causa más común. Es a través de los celos, donde el niño reclama la atención de sus progenitores. Pueden manifestarse a través de conductas regresivas (chuparse el dedo, hablar como un bebé, etc.), irritabilidad, nerviosismo, haciendo continuas referencias hacia el hermano, entre otras.  Los padres deben evitar comparaciones entre ellos, favoritismos o preferencias, que a menudo, de manera inconsciente, manifiestan. Dar seguridad y autonomía, y grandes dosis de cariño y elogios, suelen mejorar esta conducta.

Control de esfínter – eneuresis nocturna

Incontinencia urinaria que se produce durante el sueño a una edad a la que cabría esperar un cierto control. En el mayor número de los casos las causas son de origen psicológico: celos, estrés, ansiedad, baja autoestima, etc. En ningún momento debemos ridiculizar, ni reñir ante tal situación. La motivación, el cariño y la paciencia deben ser el camino. La enuresis es difícil de prevenir en aquellos casos donde las causas son orgánicas. Empeñarnos en que nuestros hijos consigan un control precoz es un error.

Pataletas o rabietas

Ocurren porque el niño quiere llamar la atención del adulto o pretende, con ello, conseguir algo. Cuando a los niños se les presta demasiada atención, se les concede todo lo que demandan, estamos reforzando una conducta que el niño usará siempre que quiera conseguir su objetivo. No debemos de avergonzarnos cuando estas conductas se muestran en público. Lo mejor es ignorarla y decirles que hablaremos cuando se calmen. Cuando este momento llegue mostrarle el cariño a través de besos y abrazos; entonces se podrá dialogar. En cualquier caso el amor y el sentido común ayudan a los padres en su labor educativa.

Obsesiones, miedos y angustias

Este tipo de conductas a menudo conllevan problemas de sueño, inseguridad, fobias infantiles, que son muy frecuentes a lo largo de la vida del niño y que suelen superarse espontáneamente.  Los miedos son evolutivos; son temores comunes y propios de una etapa evolutiva concreta. Están asociados a las distintas fases del desarrollo y van variando a medida que evolucionan las características cognitivas, sociales o emocionales de los niños. ¿Cómo ayudar al niño a superar sus miedos? Primero debemos identificar qué produce miedo. Debemos ser comprensivos,  que se sienta escuchado. Tener un talante comprensivo. Procurar que no se sienta avergonzado ni regañado. Transmitir seguridad y confianza. Debemos animarlos a que se enfrenten a su miedo, pero nunca ni forzarlos ni ridiculizarlos. Y por supuesto, ni tomarlo a broma ni usarlo como amenazas.

Hiperactividad

Por otro lado, cuando antes de los 7 años se manifiesta en los niños una actividad excesiva, problemas de atención, impulsividad, falta de autocontrol, podríamos estar hablando de síntomas característicos de la hiperactividad. Aunque hay que ser cautos porque es frecuente encontrar estas características en conductas propias de la infancia, puesto que es natural que los niños estén muy activos, presten poca atención, escuchen poco… Pero es importante diferenciar entre un comportamiento “normal” y uno que no lo es. Ante cualquier duda, hay que acudir a un especialista. En cualquier caso debemos conocer a nuestros hijos y aprender qué estímulos podemos utilizar para motivarle. Un ambiente ordenado, estructurado, equilibrado disciplinado resulta esencial y fundamental.

Agresividad

Es una de las conductas que más preocupan a padres y maestros junto con la desobediencia. A menudo nos enfrentamos a niños agresivos, manipuladores o rebeldes pero no sabemos muy bien cómo debemos actuar con ellos o cómo podemos incidir en su conducta para llegar a cambiarla. Es básicamente una respuesta emocional que provoca insatisfacción, rabia, deseo de dañar a alguien o algo. Puede influir el factor sociocultural del niño, los modelos y refuerzos, una disciplina excesivamente severa, o por el contrario, una sobreprotección acusada, déficit en habilidades sociales, fomentan el comportamiento agresivo en los niños. Controlar los programas de televisión, nuestras conductas, ya que todo sirve de modelo. Debemos buscar ocasiones para reforzar las conductas positivas, que se sienta querido y aceptado, y ayudarle siempre a expresar su agresividad de forma constructiva.

Mentiras

En la mayor parte de los casos la mentira suele ser un recurso que el niño utiliza para mantener su autoestima, aunque a veces también la puede utilizar para evitar un castigo.  El periodo de 3 a 5 años se caracteriza por una riqueza mental, emocional, donde al niño le es difícil distinguir entre lo que es real y lo que es fantasía. Como siempre es mejor prevenir que curar, los padres deben erigirse como ejemplo, desarrollando un clima de confianza, para que los hijos cuenten  todo lo bueno y malo que les ha ocurrido, sin juzgar. Siempre que pillemos a nuestros hijos en una ‘mentirijilla’ es preciso no dramatizar, corregirlos siempre en privado, y nunca colgar la etiqueta de ‘mentiroso’.

¿Qué podemos hacer padres y educadores para abordar este tipo de conductas?

Cuando hablamos de educación, de hábitos y de valores,  no existen las recetas ni las soluciones únicas e inmediatas. Es más, las cosas que merecen la pena no se consiguen de un día para otro.  Tenemos que ser conscientes de que cada niño es diferente y sus problemas deben de abordarse desde una perspectiva personalizada, debiendo de concretar cada caso. Aunque cada problemática tiene unas pautas de trabajo específicas, deben todas ellas apoyarse en dos grandes pilares. El primero, en una educación positiva, apoyando, reforzando, motivando positivamente al niño, tratándolo según sus características, dándole seguridad, y combinando el éxito en pequeñas cosas, con el apoyo en los mementos de fracaso. Un fracaso que para nada debe de ser evitado. Y el segundo pilar, en una educación preventiva, es decir, adelantarnos a la aparición de estas conductas para que sea más fácil superarlas. En definitiva, EDUCAR EN FUTURO.


Ana Mª Pérez Sanz es Profesora de Educación Infantil en el Colegio Guadalimar.

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