El arte de aprender a descansar

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El descanso en familia y el disfrute de las pequeñas cosas, pueden aminorar los síntomas de depresión y estrés.

El trabajo, las responsabilidades, las preocupaciones, los niños, la casa, la facturas, las contradicciones del día a día, la continua e inmediata comunicación, las prisas, las citas… Nuestra agenda nos colapsa, haciendo que florezcan el estrés, el cansancio, la tristeza, o el desasosiego. Es tiempo de aprender a descansar, y qué mejor lugar, que en la propia familia.

El dispositivo móvil de un amigo le avisaba así la noche anterior: “Mañana tendrá un día ajetreado. Tiene 11 eventos programados: el próximo comienza a las  08.30 horas”. Los continuos quehaceres y responsabilidades del día a día llenan nuestra actividad diaria sin dejar hueco al descanso. Sin una cuidada programación y sin un criterio firme, con el que saber discernir lo importante de lo que no lo es, quizá ese descanso nunca llegue.

“Al igual que durante nuestra vida tenemos que aprender a hablar, comer, andar, etc., también tenemos que aprender a descansar”, afirma Fernando Sarráis, psiquiatra de la Clínica Universidad de Navarra. En su libro “Aprendiendo a vivir: el descanso”, defiende que, “después de la tensión, viene la depresión”, por lo que “el descanso es un deber”.

Sus datos indican que un 20% de la población tiene el riesgo de padecer, a lo largo de su vida, patologías vinculadas a la depresión y la ansiedad, y de ellas un 80% se relaciona con el cansancio psíquico crónico, que “tiene mucho que ver con la forma de vivir” y que produce emociones negativas, como temor, tristeza y ansiedad. Y puntualiza: “Se trata de personas que ponen toda su atención en el mundo exterior: trabajo, familia, amigos, y procuran hacerlo muy bien, de modo oportuno y agradando a todos. Sin embargo, apenas prestan atención a su mundo interior”.

“La vida no se disfruta tanto por el descanso como por el trabajo gustoso”

Para combatir ese cansancio crónico, el doctor Sarráis propone “hacer actividades en las que uno se lo pase bien”. Y matiza: “lo que realmente más hace descansar psicológicamente a una persona y contribuye a prevenir el estrés o el cansancio psíquico crónico es el disfrute”. Por esta razón, y por el bien individual y el de la propia familia, conviene “ejercitarse en el descanso”, y más aún cuando las cifras de estrés de los españoles se sitúan a la cabeza de Europa, con el 49% de estresados, frente al 35% de la media europea, según el Global Workforce Study, publicado en 2013 por la consultora Towers Watson.

Combatir la tristeza

Por su parte, José Benigno Freire, psicólogo y profesor de la Universidad de Navarra también ve en el descanso la respuesta a nuestra felicidad: “El gran remedio para combatir la tristeza es saber descansar”. “La sociedad del bienestar está produciendo muchos lugares de entretenimiento y disponemos de más tiempo libre que nunca. Sin embargo, aumenta el número de personas que padecen alteraciones de ánimo y diversas patologías psíquicas”.

Es tarea de cada uno descubrir si sufre cansancio físico, o va más allá del cuerpo, y se trata en cambio de un cansancio psíquico, que pueda traer consecuencias peores. Ya sea el deporte, jugar con nuestros hijos, hacer jardinería, bricolaje, ver una película en familia, programar una excursión, hacer una nueva receta: cualquier actividad que nos haga verdaderamente disfrutar, y disfrutar con la familia. Y por ende, descansar también en ella.

Según el II Informe del Instituto Coca-Cola de la FELICIDAD se consideran más felices aquellas personas que dedican su tiempo libre a actividades culturales y alternan visitas a museos con música o lectura en casa. No es de extrañar entonces que el descanso se asocie con la felicidad, y que los momentos de mayor felicidad para los españoles sean las vacaciones de verano y las comidas en familia, como se concluye en el informe antes citado.

El doctor en Psicología Javier Urra señala la importancia de disfrutar con lo cotidiano: “cada amanecer debe traernos algo con lo que estar entusiasmados. Disfrutemos con optimismo de los pequeños y efímeros placeres y detalles de la vida. Hagamos inmediatamente lo que sabemos que propicia la felicidad. Es  de sabios ser feliz con casi cualquier cosa, pues segundo a segundo se teje nuestra felicidad”. Quizás la clave de la felicidad esté en eso mismo: en la capacidad personal del disfrute, en ser verdaderos “disfrutones” de la vida, a través del descanso y de la propia familia.


Artículo original publicado en el número 18 de la revista Signos por Diana Pérez Camarasa.

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