- La salud mental de nuestros adolescentes sobre la mesa
El impacto de las dietas en adolescentes y niños, especialmente sin supervisión médica o nutricional, puede ser muy peligroso para su salud. Sus cuerpos están en desarrollo y necesitan una amplia gama de nutrientes para crecer de manera saludable. Las dietas restrictivas pueden llevar a deficiencias nutricionales, trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia, y problemas de salud mental.
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son problemas de salud mental serios, que afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes. Estos trastornos incluyen anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastornos alimentarios no especificados (TANE). Se caracterizan por una preocupación excesiva por la comida, el peso y/o la imagen corporal, y comportamientos inapropiados para controlar o reducir el peso. Estos trastornos pueden conducir a complicaciones médicas y psiquiátricas, y su pronóstico mejora con un diagnóstico y tratamiento tempranos
Las redes sociales pueden tener un impacto significativo en la autoimagen de los adolescentes y niños.
A menudo, estas plataformas presentan ideales de belleza poco realistas, promoviendo cuerpos extremadamente delgados o musculosos como el estándar a alcanzar. Esto puede generar presión para seguir dietas restrictivas o poco saludables en un esfuerzo por ajustarse a estos ideales.
“Influencer” de dietas
Muchos influencers en redes sociales promocionan dietas, productos para adelgazar y rutinas de ejercicio. Sin embargo, no siempre están calificados para dar consejos de salud o nutrición, y sus recomendaciones pueden ser perjudiciales. Además, la publicidad dirigida en estas plataformas a menudo se centra en la pérdida de peso y el culto al cuerpo, lo que puede influir en las decisiones alimentarias de los jóvenes.
Amalia Rodríguez, del Gabinete de Orientación del colegio Adharaz-Altasierra de Attendis en Sevilla: “Personalmente y más ahora que es un tema de actualidad considero que las dietas entre los jóvenes puede ser una tendencia peligrosa”. Amalia alerta de este peligro que cada vez se está viendo en más adolescentes: “Ningún niño, ni siquiera adolescente, debería seguir una dieta (si no se trata de un motivo de salud como diabetes o riesgo concreto siempre seguido por profesionales) o llevar una alimentación restrictiva porque nos encontramos en un momento donde el cuerpo se encuentra en proceso de crecer y se producen cambios que aún no será definitivos”.
Además, argumenta: “Esto puede aumentar el riesgo de una obsesión con la comida y la búsqueda de mejor imagen pudiendo provocar trastornos de mayores consecuencias. Simplemente lo mejor en estos casos es generar hábitos saludables y a su vez enseñarles a quererse tal como son”.
La adolescencia es una etapa donde es frecuente la baja satisfacción corporal y la presión social. Por esta razón es importante volver la mirada a la adolescencia para comprenderlos y acompañarlos, ayudándoles a gestionar y afrontar adecuadamente aquellas situaciones que les generan sufrimiento, potenciando su fortaleza mental.
Prevención y Educación
Es crucial que padres e hijos estén alertados sobre los peligros de las dietas no supervisadas y el impacto de las redes sociales en la imagen corporal. Colegio, profesionales de la salud y padres deben trabajar juntos para fomentar hábitos alimenticios saludables y una imagen corporal positiva, destacando la importancia de la nutrición sobre la apariencia.
El perfil de quienes presentan TCA ha cambiado con el tiempo, afectando a adolescentes de distintos sexos, niveles socioeconómicos, etnias y condiciones corporales. La prevalencia de estos trastornos ha aumentado desde la década de 1950, y se ha observado un incremento en la participación masculina
Trastornos mentales relacionados con la alimentación en niños
La salud mental de los niños es una preocupación fundamental para los padres, y los trastornos alimenticios son una faceta crucial de este panorama. Identificar signos tempranos en casa puede marcar la diferencia en la intervención y el tratamiento:
10 consejos para prevenir. Por Amalia Rodríguez, del Gabinete de Orientación del colegio Adharaz-Altasierra:
1. Cambios en los patrones alimenticios:
Observa cambios significativos en los hábitos alimenticios de tu hijo. La restricción extrema, la evitación de ciertos alimentos o comidas, así como los episodios de comer en exceso, podrían indicar un problema.
2. Preocupación excesiva por el peso y la imagen corporal: la obsesión con el peso corporal o una imagen corporal distorsionada son señales de alarma. Los comentarios frecuentes sobre sentirse «gordo/a» o una preocupación constante por las calorías pueden ser indicativos.
3. Cambios en el peso corporal: observa cambios repentinos en el peso, ya sea pérdida o aumento significativo. Estos cambios pueden ser un indicador de problemas subyacentes relacionados con la alimentación y la salud mental.
4. Aislamiento social: presta atención a cambios en la socialización de tu hijo. El retraimiento social, la evitar eventos que involucren comida o el comer solo/a pueden indicar ansiedad o incomodidad en torno a la alimentación.
5. Cambios en el estado de ánimo: la depresión, la ansiedad o la irritabilidad pueden ser síntomas de trastornos alimenticios. Los cambios drásticos en el estado de ánimo pueden estar relacionados con la relación del niño con la comida.
6. Ritualización de la comida: obsérvalos durante las comidas. La necesidad de realizar rituales específicos antes, durante o después de comer podría ser una señal de un trastorno alimenticio.
7. Conversaciones abiertas y escucha activa: fomenta un ambiente donde tu hijo se sienta cómodo compartiendo sus pensamientos y sentimientos sobre la comida. La comunicación abierta puede revelar preocupaciones que podrían necesitar atención.
8. Educación familiar: mantente informado sobre los trastornos alimenticios y sus señales. La educación familiar puede ayudarte a reconocer patrones preocupantes y tomar medidas tempranas.
9. Observación de señales físicas: presta atención a señales físicas como pérdida de cabello, uñas quebradizas o palidez, ya que podrían estar relacionadas con deficiencias nutricionales asociadas a los trastornos alimenticios.
10. Búsqueda de ayuda profesional: si observas varios de estos signos o estás preocupado, busca la orientación de un profesional de la salud mental o un pediatra. Un diagnóstico temprano y el apoyo adecuado son cruciales.
Recuerda que estas pautas son indicativas, y no todos los niños experimentarán los mismos síntomas. Siempre es recomendable buscar asesoramiento profesional para una evaluación precisa y un plan de tratamiento adecuado.