Educar en la serenidad para ser feliz
En el apasionante viaje de ser padres a menudo nos sumergimos en la agenda diaria de nuestros hijos, pero ¿Qué pasaría si nos paráramos por un momento? Educar en la serenidad nos ayudará a mirar más allá de sus actividades programadas, y descubrir el valor del tiempo en familia y que hay momentos en los que “no hacer nada” es necesario y posible.
Hablaba hace poco con un padre que ya es abuelo, y me contaba sucesos que le han ocurrido en su ya larga vida. Al escucharle, me parecía que transmitía una estupenda serenidad, que le ha acompañado y que ha procurado transmitir siempre.
Fomentar la serenidad
Esto me llevó a reflexionar sobre mis alumnos y a pensar: ¿Por qué hay tanta ausencia de tranquilidad en los jóvenes de hoy en día? Sería algo maravilloso procurar que nuestra educación, orientación, formación… se dirigiera entre otros aspectos a fomentar la serenidad ante lo que sucede en la vida. Es tan importante esto, que pienso que muchos de los fracasos o de la infelicidad, viene de no tomarse las cosas de un modo templado, moderado, esperanzado.
Motivos que lo pueden causar
Organizar, controlar, hacer que nuestro hijo haga lo que tiene que hacer. A veces nuestra vida gira en torno a tareas que nos parece que harán eficaz la de nuestros hijos. Desde que nacen queremos que no se pierdan nada y aprovechen el tiempo. Pensamos tanto en su futuro que corremos el peligro de olvidarnos de su presente.
Desde muy pequeños -ya en cursos de primaria- los alumnos te cuentan cómo está organizada su vida, y sorprende tanta planificación: días para hacer deporte, algo musical, los idiomas, pintura… Todo eso añadido al colegio que ya tiene su propio horario.
El caso es que todo esto, no solo condiciona su vida, sino también la de los padres. Cada día de la semana al salir del trabajo, tenemos algún lugar al que llevar a nuestra hija o a nuestro hijo y nuestra vida circula en torno a las actividades de ellos.
Pero… ¿Tienen nuestros hijos tiempo? ¿Días en los que no hay nada planeado? O…. ¿Tienen siempre que estar a ciertas horas en sitios determinados? ¿Saben nuestros hijos qué hacer con su tiempo, o- más bien-, nosotros sabemos lo que nuestros hijos deben hacer con su tiempo?
Hijos libres, hogares en los que se respira Libertad
La libertad es la puerta de entrada para encontrar y disfrutar del amor verdadero. Ese que da lugar a una vida lograda. Educar en libertad es enseñar a decidir en lo grande y en lo pequeño, ayudar a nuestros hijos a enfocar su vida, sin suplir nosotros.
¿Pero no debo dirigir yo la vida de mi hijo? ¿No es bueno que lo lleve a lo que a mí me parece bueno?, ¿No es mi experiencia un valor que le debo transmitir? Por supuesto que en muchos aspectos debemos orientar, dar ideas, ir de la mano… en cada edad, de alguna manera.
Pararse a pensar
En este sentido, podríamos pararnos a pensar: se programan los móviles, a Alexa le decimos lo que debe recordarnos y el robot se pone en funcionamiento para limpiar, a la hora establecida. Sin embargo,….nada de esto, debemos hacer con los hijos. Ellos no están programados, cada uno es diferente y necesita lo suyo. Si los cargamos de actividades, que solo las hacen porque a nosotros nos parecen necesarias, puede ocurrir que se les haga difícil caminar serenos. Y si nosotros les vamos organizando cada día de la semana, fomentamos su falta de autonomía.
Desde pequeños deben saber que las decisiones sobre la propia vida las deben tomar ellos mismos y, que hay opciones y uno elige las que quiere, sabiendo por qué las elige y pensando también en el conjunto.
No significa que en casa no haya normas o que carezca nuestro hogar de las rutinas convenientes pero, vamos a ser valientes para que haya espacio en el que se pueda desarrollar la creatividad, momentos -tardes o fines de semana- en los que simplemente estamos juntos. Por supuesto, sin los medios digitales, ya que sería un craso error tenerlos en modo “barra libre” todo el día.
Preguntar la opinión es importante
Nuestros hijos necesitan saber que los protagonistas de su vida y de su propia felicidad son ellos mismos. Por otra parte también son responsables de hacer hogar, y de cumplir con su trabajo. No nos corresponde a nosotros estar siempre pendientes de que no se les olvide algo importante, ya que ellos pueden hacerlo.
Desde pequeños conviene que se pacten horas de levantarse, tiempo de estar juntos y visitas a casa de los abuelos, así como, encargos que cumplir: costumbres sanas que promueven una vida ordenada en la que no siempre hay agitación.
¿Hacer hacer?
Tal vez a veces, la angustia viene porque se hacen muchas cosas. Esto está dando lugar a personas que no saben estarse quietas. Nos encontramos con alumnos que enseguida quieren cambiar de tema, desarrollan la multitarea o que incluso en los ratos de descanso del colegio acuden a la sala de estudio porque después por la tarde no van a tener tiempo de hacer los deberes.
Además, es fundamental que no seamos nosotros los que llevemos el control de los exámenes que tienen los hijos, trabajos que deben entregar… Cada uno es responsable de lo suyo y cuanto antes vean que no se va a hacer por ellos lo que les corresponde, más les ayudaremos .
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos? Con el ejemplo
Esta propuesta es difícil en los tiempos que corren. Andamos llenos de preocupaciones y de prisas. Los hijos proyectan en el colegio la agitación o el estrés que transmiten sus padres.
Es bueno que procuremos ser unos padres serenos y cortar con aquello que lo impide. Podemos plantearnos algunas preguntas: ¿De qué hablamos? ¿Cómo vamos por la vida? ¿Llegamos siempre tarde o…llegamos temprano -los primeros- pero con angustia?
Educar en el sentido del tiempo
Educar en el sentido del tiempo es una tarea que les va a ayudar mucho en la vida. Esto en la mayoría de los hogares, comienza con tomarse en serio el momento de levantarse y por lo tanto, el momento de acostarse. Cuando esto se cuida, va mejor la vida y el día entero tiene una luz especial.
El reloj hay que mirarlo y los encuentros tienen una hora en la que se empieza y una de terminar. Me pasó la semana pasada: en una clase con la que tenía examen, cuando comenté que en 15 minutos recogía, hubo un gran alboroto. Habían empezado a escribir sin organizarse y sin saber qué tiempo debían dedicar a cada pregunta para poder acabar el examen. Esto me hizo pensar. ¿Educamos en algo tan importante como que el tiempo no es eterno?
Además conviene que rechacemos el miedo al tiempo libre de nuestros hijos. Enseñarles a vivir sólo tiene éxito desde el ejemplo. Ellos ven en qué utilizamos nuestros minutos y no les beneficia pensar que son lo único que tenemos en la agenda: primero los llevo a Chino, luego a Caballo y los sábados recibe clases de Refuerzo de inglés… Pero ¿y tus amistades, trabajo, tiempo de lectura?
3 tips para educar hacia la serenidad
Podemos plantearnos reorientar nuestra educación hacia la serenidad y para esto nos pueden ayudar tres aspectos que hemos mencionado:
1. Revisar las horas de acostarse y levantarse. Procurar que por las mañanas haya un ambiente sereno en la familia y no empezar el día siempre con un ¡no llegamos!
2. Ver si tenemos alguna tarde en la que no hay nada especial, estamos en casa, trabajamos cada uno en lo nuestro y se vive un horario.
3. Comprobar que en la semana no estamos solucionando asuntos de los hijos que podrían arreglar ellos solos, o asumir las consecuencias de los propios olvidos