¿Son buenos los castigos?

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Papel de los castigos

En la crianza de los hijos el papel de los castigos como herramienta educativa ha sido objeto de un constante debate. Mientras algunos defienden su eficacia para establecer límites y enseñar responsabilidad, otros argumentan que puede tener efectos negativos a largo plazo en el desarrollo emocional de los niños.

Estudios recientes (y sobre todo la experiencia como educadores) demuestran que los castigos son temporales. No crean una respuesta por parte del niño y el menor puede manifestar agresividad ante la situación y su autoestima se desvanece.

Entonces, ¿Cómo puedo actuar cuando las acciones de mis hijos no son las correctas?

En primer lugar, se han de establecer límites. Éstos son esenciales en la educación del cerebro. Poner límites con eficacia y sin dramas requiere una actitud de saber que lo que estás haciendo es por el bien de tu hijo.

Cuanto más seguro, claro, tranquilo y cálido seas a la hora de decir “NO”, más fácil será para tu hijo entenderlo. 

poner límites y decir no

El secreto de poner límites no consiste en hacer una escena dramática, sino en conseguir que el niño actúe de la manera que le hemos marcado. Poner un poco de juego en el asunto rebajará la tensión y evitará que el niño sienta culpa y le estarás ayudando a que cumpla con lo que estás pidiendo. 

La aportación de la disciplina positiva

La disciplina positiva ha emergido en los últimos años como un enfoque educativo que busca reemplazar los métodos tradicionales de castigo con estrategias centradas en el respeto y la comunicación.  

De esta manera, se prioriza la comunicación abierta y efectiva entre padres e hijos. En lugar de imponer castigos autoritarios, se fomenta el diálogo para comprender las razones que hay detrás del comportamiento del niño. Esto crea un ambiente en el que los niños se sienten más dispuestos a expresar sus pensamientos y emociones.

En lugar de centrarse exclusivamente en lo que está mal, la disciplina positiva se centra en enseñar a los niños lo que está bien. Se refuerzan y celebran los comportamientos positivos, brindando a los niños una comprensión clara de las expectativas, de lo que se espera de ellos. 

La disciplina positiva aboga por el uso de consecuencias lógicas en lugar de castigos punitivos. Estas consecuencias están directamente relacionadas con el comportamiento y permiten a los niños comprender las implicaciones naturales de sus acciones, fomentando así la responsabilidad personal.

disciplina positiva

Desarrollo de habilidades sociales y fortalecimiento de su autoestima 

Un pilar fundamental de la disciplina positiva es el énfasis en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales. Se alienta a los padres a ser modelos y ejemplo, enseñando a los niños a manejar el estrés, resolver problemas y expresar sus emociones de manera saludable.

La disciplina positiva busca fortalecer la autoestima de los niños, enseñándoles a aprender de sus errores en lugar de sentirse avergonzados por ellos. Se valora el esfuerzo y se reconoce el progreso, creando un ambiente que fomente la confianza en sí mismos.

LAS 7 REGLAS PARA PONER LÍMITES SIN DRAMAS

1. NORMAS: recordar en qué ámbito nos encontramos y las normas de comportamiento. Tanto los padres como los hijos deben ser conocedores de las normas que tenemos en casa y los límites que no podemos sobrepasar.

2. ANTES: antes de que ocurra la acción. Si nuestro hijo ya está presentando signos de actitudes que no nos agradan, sentarnos a su lado, calmarlo y entender qué le ocurre. 

3. SIEMPRE: en todo momento y en cualquier lugar. Si no me subo a la mesa a saltar, no lo hago bajo ninguna circunstancia, ni en el cole, ni en casa, ni en un restaurante. Será tarea de los padres educar a sus hijos a que tengan siempre el mismo comportamiento, independientemente del lugar en el que nos encontremos. 

4. UNIÓN: padre y madre al unísono. Los dos apoyando la misma idea. El niño verá en sus padres un modelo de unidad que le hará ser más fuerte y sentirse más protegido. 

5. TRANQUILIDAD: es preferible apartar a nuestro hijo de la situación, sentarnos tranquilamente con ellos  y recordarles los límites sin gritos. Para esto necesitaremos un entrenamiento previo y muchas dosis de paciencia. 

6. CONFIANZA: fomentar la empatía, el diálogo y el refuerzo positivo son estrategias educativas que crean un ambiente de aprendizaje más comprensivo y cooperativo.

7. CARIÑO: cuando ayudamos a nuestros hijos a recordar los límites, a controlar sus impulsos o aprender de sus errores,  le estamos enseñando a sentir seguridad y satisfacción.

Por Iría Cerro García, docente de Tierrallana Entrepinos, colegio de Attendis en Huelva 

Iria Cerro, profesora de Tierrallana-Entrepinos

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