La sobre protección de los llamados “padres helicóptero” limita la responsabilidad, autonomía y la capacidad de superación de nuestros hijos. Si te sientas sistemáticamente con él para hacer los deberes, si tu vida social se reduce a las agendas de tus hijos, si comparas sus resultados con los de los demás niños, si le proteges hasta en situaciones cotidianas que no representan ningún peligro… Ten cuidado. Puedes padecer de “Hiperpadritis”. Pero no desesperes. Esta enfermedad tiene cura: Mucha calma y tratar a los niños como tal, ofreciéndoles la posibilidad de equivocarse y de rectificar.
Todos reconocemos en nuestros ambientes distintas estampas, que por mimetismo, pueden colarse en nuestros hogares: “Yo con Pablito me siento a hacer la tarea, porque así yo sé exactamente en qué falla”. O: “Pues mi Julia ha sacado tres sobresalientes, aunque tenemos que trabajar más las matemáticas. Por las tardes estamos dos horas estudiando”. O aquellos otros padres que alargan la jornada de sus hijos hasta la hora de la cena con distintas actividades extraescolares, sin darles la posibilidad de un tiempo libre y, por qué no, de descanso.
Tiempo
Marian Hoyo, profesora de Primaria del colegio Sierra Blanca- El Romeral (Málaga) y máster en Asesoramiento Educativo Familiar por la Universidad de Navarra, apunta en este sentido: “Sin darnos cuenta, llenamos las jornadas de nuestros hijos, sin un tiempo libre, un tiempo sin planes ni actividades. Hace falta que los niños jueguen. Dejar un espacio para fomentar su creatividad”.
Marian habla de este fenómeno cada vez más extendido entre los padres actuales: “La familia tiene que tener un tiempo para ella, sin nada planificado. Es un error llenar las tardes con un sinfín de actividades, por miedo a que los niños se aburran, nos den la lata en casa o sean los mejores en todas las disciplinas”, señala. E insiste en que los niños desde pequeños tienen que vivir la experiencia del error: “No tienen que ser seres perfectos. Dejarles ser los protagonistas de sus propias vidas, con la autonomía que marca cada edad. Por ejemplo, si el encargo de un niño de siete años es hacer la cama, le debemos dejar que la haga conforme a su edad. El error sería ir detrás de él estirando las sábanas y colocando la almohada a la perfección, diciéndole lo mal que está hecha. Necesitan saber que ellos mismos lo pueden hacer mejor y fomentarles el espíritu de la sana superación, pero desde el error”.
Marian insiste en que la familia es el ámbito más favorable para que los niños crezcan en virtudes: “Es más saludable que se equivoquen dentro de un entorno de cariño y familia, donde las consecuencias les ayudan a crecer. No hay que temer que los hijos tomen decisiones y se equivoquen. Si guiamos a nuestros hijos con una enfermiza protección estaremos educando a adultos inseguros e incapaces de resolver los problemas por sí mismos”.
Padres helicóptero, de todas las edades
Desgraciadamente, el fenómeno de los padres helicóptero no se da solo en la infancia, sino que se agrava con la adolescencia y la juventud de los hijos. Javier Urra, ex defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, constata que el fenómeno de la hiperprotección va en aumento: «Los padres están para ayudar a caminar a los hijos, no para vivir por ellos. Doy clases en la Universidad y he visto a un padre ir con su hijo, de segundo curso de carrera, a entregar la solicitud de ingreso. Es por echar una mano, se justificaba el padre. Pero está haciendo a su hijo incapaz. Si un chico, a esa edad, no sabe gestionar su matrícula, no debería estar en la Universidad».
¿Existen los hiperabuelos?
Este fenómeno es tan nuevo entre los abuelos de los “hiperniños”, que prácticamente no hay nada escrito sobre ello, pues se está fraguando en nuestros días sin ni siquiera darnos cuenta.
María Abad Álamo, psicopedagoga y docente del colegio Grazalema (El Puerto de Santa María) define con gran precisión el concepto de “hiperabuelo” como “aquellos que ejercen e intentan suplir la ausencia de los padres, causada por la difícil conciliación familia-trabajo, con conductas sobreprotectoras frente a los nietos”.
Suele darse en abuelos con nietos de corta edad y que por motivos laborales de los padres, pasan bastante tiempo con sus nietos. “Por miedo al fracaso, a quedar mal delante de terceros, a evitar rabietas propias de la edad de los niños, a veces los abuelos se convierten en los hiperpadres perfectos, multiplicando así las consecuencias de este fenómeno”, señala la especialista. “De esta manera se están criando niños que no son capaces de hacer las cosas por sí mismos, y que saben que sus padres o abuelos actuarán por ellos, resolviendo cualquier problema que les pueda surgir”.
La especialista subraya el difícil papel que juegan los abuelos en la educación de sus nietos: “Los abuelos se encuentran, por tanto, ante un papel de supervivencia para intentar educar a los nietos en una sociedad que cambia por momentos. Ceder ante las rabietas, premiar conductas que no tienen nada de extraordinario, reducir responsabilidades o ser incapaces de decirles no ante una petición, frena la autonomía y la capacidad de superación de los niños”.
¿Tú qué clase de padre/madre helicóptero/a eres?
Cary Anderson, doctora en Educación de la Universidad Saint Joseph de Filadelfia, dice que la paternidad helicóptero va más allá de las historias de los padres que discuten con los profesores sobre las notas, o que llaman a posibles jefes para convencerles para que contraten a sus jóvenes adultos: “Los padres helicóptero están profundamente dedicados a sus niños”, Y distingue entre tres clases de padres helicópteros:
- El helicóptero de combate: este tipo de padre se lanza en picado y lucha por sus jóvenes.
- El helicóptero de tráfico: este padre proporciona guías a sus jóvenes, y les ayuda a tomar las decisiones apropiadas a lo largo de sus vidas. La diferencia entre este helicóptero y el helicóptero de combate es que el helicóptero de tráfico finalmente permite al estudiante seguir su propio camino.
- El helicóptero de rescate: La función de este tipo de padre es sacar a sus jóvenes de la situación de crisis y llevarlos a lugar seguro.