Enganchados

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Por Antonino González González, doctor en Filosofía y docente en Adharaz-Altasierra (Sevilla) y por Antonino González Ramos, alumno de 3º de ESO del colegio Tierrallana-Entrepinos (Huelva), aficionado a Fortnite. 

Parece claro que nuestros hijos están enganchados al vídeo-juego-red social Fortnite. Podemos preguntarnos si es una buena influencia para ellos, pero también podemos plantearnos qué la hace tan adictiva. Si damos con esta clave, podremos actuar frente a otros hábitos sociales que Internet ha puesto al alcance de nuestros hijos.

A menudo los padres vivimos “instalados en la higuera”, pensamos que nuestros hijos son una especie de arcángeles y que todo lo malo de la sociedad no les puede afectar, e incluso que jamás cometerían una imprudencia o tendrían una mala actitud. Lo dicho: no nos enteramos. Por eso, este artículo lo estamos escribiendo a cuatro manos un padre y un hijo: un hijo que conoce en primera persona el juego del que estamos hablando, sus pros y sus contras, sus riesgos y sus oportunidades, y un padre que -se supone- tiene cierto grado de conocimiento del mundo y tiene la responsabilidad de iluminar a su hijo, aun desde la conciencia de estar “en la higuera”. Quizá la clave esté en orientar a nuestros hijos escuchándolos.

FORNITE

Fortnite, no hace falta decirlo, es un vídeo-juego interactivo en red parcialmente gratuito: está dividido en dos géneros, uno gratuito, denominado battle royal, y otro de pago basado en la supervivencia usando materiales y objetos del entorno -unos gratuitos y otros de pago-.

La modalidad de pago, al ser una versión beta, es decir, en desarrollo, requiere un pago inicial hasta que se termine de desarrollar, de modo que la empresa creadora, Epic Games, pueda continuar el desarrollo en función de los ingresos generados por esta versión beta. Según se informa en el propio juego, Epic Games pretende que la versión definitiva sea totalmente gratuita. Cuando esta versión se publique, los actuales jugadores de pago obtendrán beneficios para el juego. Así, podría decirse que los jugadores de pago son una especie de inversores en el juego, y se les llama fundadores, y a la versión beta se la conoce como pack de fundadores.

La  modalidad de juego más interesante es, probablemente, el modo battle royal, en el cual 100 jugadores independientes se lanzan a una isla en la cual deberán lootear -hacerse con armas y materiales- para eliminar a los jugadores enemigos -los otros 99-, aunque es cierto que en ocasiones aparecen variantes por tiempo limitado, de las cuales algunas dividen los 100 jugadores en dos equipos de 50 que deben luchar uno contra el otro. En esta versión gratuita se pueden comprar, no obstante, skins -aspectos- que funcionan como adorno aunque no aportan beneficios en la jugabilidad.

FACTORES DE ADICCIÓN

Hay varios factores que provocan que los adolescentes y niños se enganchen a este juego. La primera puede ser  el PEGI –Pan European Game Information-, que indica este juego para chavales de 12 años, es decir un PEGI bajo en comparación con casi todos los demás juegos de estilo shooter o tirador, que suelen estar recomendados para chavales a partir de 16-18 años. Además, al ser gratuito, a menudo se “puentea” a los padres, que en los productos de pago suelen mirar la edad indicada antes de hacer un desembolso. Es decir, la gratuidad se convierte en un doble factor de atracción: además de estar al alcance de todos sin coste, permite en cierta medida evitar la limitación por parte de los padres.

Un poder seductor

Otro factor que convierte a Fortnite en un juego muy atractivo es la frecuencia -como mínimo una vez por semana- con que se modifican los mapas de juego y las armas disponibles, lo que lo convierte en un juego especialmente dinámico y se evita el abandono de usuarios por rutina.

factor que convierte a Fortnite en un juego muy atractivo es la frecuencia -como mínimo una vez por semana- con que se modifican los mapas de juego y las armas disponibles,

Por otra parte, hablamos de un juego disponible en prácticamente todas las plataformas existentes -Play Station, Xbox, Nintendo Switch, Appstore, etc.- e incluso a través de Internet con un pc o un simple teléfono móvil. Es decir, no hay adolescente que no pueda acceder a Fortnite de una u otra forma.

Como último factor adictivo, podemos señalar la posibilidad de hacer “quedadas” con amigos, lo que permite cierta ventaja frente a otros jugadores, ya que al tiempo que se juega se puede estar hablando con los amigos a través de la plataforma para planear la estrategia de juego, avisarlos de la presencia de un enemigo, curarlos, etc.

Hagamos ahora un breve balance de los puntos positivos y las zonas oscuras de este juego. En primer lugar, este juego supone un beneficio en la medida en que ayuda a nuestros jóvenes a aprender a administrar y sacar partido a lo que se obtiene en el juego. Asimismo, fomenta el espíritu de equipo y de colaboración, y puede suponer también un aprendizaje para la superación personal.

Por contra, algunos riesgos de Fortnite pueden ser los enfados con los amigos a la hora de repartir las armas o materiales obtenidos, máxime en tanto que la comunicación tecnológica favorece, en todas sus modalidades, el malentendido -al contrario de lo que sucede en el encuentro verdaderamente personal-.

Los peligros más evidentes 

Conviene tener en cuenta que es un juego de violencia, si bien es cierto que no resulta truculento, ni se regodea en ella. Es un grado de violencia, a nuestro juicio, tolerable en el rango 10-12 años. En todo caso, siempre hay que hacer ver a nuestros jóvenes que una cosa es una guerra ficticia y otra, radicalmente distinta, la violencia real.

Otro riesgo importante es el descontrol en la distribución de tiempo de juego, que puede ser uno de los principales síntomas de adicción. De este modo, nuestros hijos pueden llegar a prestar más atención al juego que a los estudios, amigos, familia… Algunas maneras de detectarlo pueden ser el descenso en el rendimiento académico, la frustración ante la imposibilidad de jugar, la incapacidad de disfrutar de otras aficiones, etc.

onviene tener en cuenta que es un juego de violencia, si bien es cierto que no resulta truculento, ni se regodea en ella. Es un grado de violencia, a nuestro juicio, tolerable en el rango 10-12 años. En todo caso, siempre hay que hacer ver a nuestros jóvenes que una cosa es una guerra ficticia y otra, radicalmente distinta, la violencia real.

A nuestro juicio, el peligro más importante de este juego, y del que debemos ser muy conscientes y tratarlo con nuestros hijos, es el del contacto con desconocidos. Fortnite permite el contacto virtual no sólo con amigos, como indicábamos arriba, sino también con personas desconocidas que pueden estar haciéndose pasar por jóvenes de nuestra edad y acabar proponiéndonos un encuentro real, con el riesgo consabido en esos casos. En las charlas del Plan Director de la Guardia Civil se suele mencionar, en las sesiones a niños y adolescentes de Secundaria, este peligro real de Fornite.

Para concluir

Jugar a Fortnite puede ser un buen entretenimiento para nuestros hijos pero bajo determinadas condiciones.

En primer lugar, es un juego catalogado como PEGI 12, y por tanto, teniendo en cuenta que a menudo las catalogaciones PEGI pecan por defecto de edad más que por exceso, una buena medida puede ser no permitir jugar a nuestros hijos al menos hasta los 14 años, siempre atendiendo a sus características personales.

Por otro lado, conviene controlar los tiempos y hablar con nuestros hijos de su manera de jugar, advertirles de los peligros y llevar cierto control sobre su uso del juego.

Con esto a la vista, Fortnite es, como casi todo en esta vida, una buena ocasión educativa para nuestros hijos.

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