¡Mamá: me está molestando!

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Cómo gestionar las peleas y discusiones entre hermanos

Mamá: me está chinchando; Mamá, Álvaro me ha pegado; Papa, me está respirando; Marta que está molestando, mami…. ¡Mamá, mamá, mamá! Y quien dice mamá, dice papá… Y así podríamos seguir interminablemente una larga lista de frasecitas estresantes y agotadoras para los padres. Quién, de los que se encuentran en la sala, y que tengan la suerte de  tener hermanos, no han vivido estas situaciones en su infancia. Esa persona que estaba siempre pegada a ti, para lo bueno y para lo malo, y que hacía sacar lo mejor, y también lo peor de ti.

No hay cosa más universal que las peleas entre hermanos, sobre todo cuando son pequeños y el motivo es tan simple, como que a tu hermano le ha tocado el yogur de fresa, que era que el tú ansiabas, y te has tenido que conformar con el de coco.  Tienes que aguantar ver su cara de “chulito” porque se ha salido con la suya. Y ahí comienza la gresca. Todo lo que empezó con un inocente yogur se convierte en una dantesca escena de conflictos.

¿Cómo solucionarlo?

Para los padres estas situaciones son verdaderamente estresantes y a prueba del más paciente de los progenitores.  Suelen darse después de una larga jornada de trabajo, y en el tiempo en el que los hijos se encuentran en casa. Los padres caemos en entrar al trapo sin darnos cuenta. Cuando son pequeños porque son pequeños.  Y cuando son más mayores, por el mismo motivo.

Aunque nos parezca que son demasiado pequeños, si razonamos con ellos, sabrán de lo que les estamos hablando. A no ser que la cosa haya ido a mayores, tendríamos que acostumbrar a nuestros hijos a gestionar los conflictos entre ellos, sobre todo cuando ya tengan uso de razón.  Aunque parezca descabellado, esta opción les hará recapacitar y que sea menor el número de veces que se dirigen a nosotros con la frase, por ejemplo de “Mamá, Pedrito me ha dado con el lápiz en el ojo”, o “Papá, no me deja sitio. Dile que se eche para allá”. Quién de pequeño no ha pronunciado las típicas frases de diles y diretes a sus padres: “Papá, mamá: Dile que me deje en paz, dile que no me importa, dile que me preste ese juguete, dile que quite esa peli….dile, dile, dile…”.

Escucha activa

Dejarles gestionar sus enfados y altercados no quiere decir quitarnos de en medio y dejar que Pedro, de 7 años, solucione el que Pablo, de cuatro, le haya hechos garabatos en su libro de estudio. Tendremos que escuchar las dos versiones para entender el origen de la situación, no tomar parte, tranquilizarles, y hacerles ver lo que ha pasado para, entre todos, buscar una posible solución al conflicto.

Este tipo de situaciones puede acabar con la armonía de la comida, la cena, o del tiempo que a diario estemos en familia. En definitiva, de la paz familiar. Depende de nosotros, como padres, reconducir esta situación o dejarnos llevar por los altercados típicos y diarios entre hermanos.  Depende de nosotros, como padres, que se respire en nuestra casa un ambiente de paz en familia,  o que sea un continuo foco de peleas. No conseguiremos que nuestra casa sea un remanso de silencio y de completa armonía, pero estaremos enseñando a nuestros hijos a que vean que este tipo de situaciones no deberían ser las habituales ni las denominadas como “normales”.

La primera opción será desterrar de nuestra casa frases como “Dile….”... Los padres no somos los “recaderos” de peleas entre hermanos. Estamos a tiempo de hacerles ver que no estamos para eso.  Tienen que ser ellos mismos los que se miren a los ojos para transmitir su mensaje.

5 trucos para zanjar las discusiones entre hermanos

Las peleas entre hermanos son cosas que suceden en todas las familias, pero cómo las gestionemos hará que aprendan a gestionarse ellos mismos

Cada casa y cada familia tiene sus propias normas. Pongamos las nuestras de una manera amable y simpática para nuestros hijos.  Una idea puede ser tener un tablón en la cocina o en el lugar en el que pasemos tiempo juntos habitualmente. Y dejar ahí escritas aquellas normas o aquellas cosas que sepamos que nosotros y nuestros hijos deberíamos poner en práctica en el día a día. Que nos harán más felices y que nos ayudarán a crecer como familia.

1.Ni diles ni deretes

Es importante que, tanto el padre como la madre, algún día, en el momento de la cena, o en un momento distendido del fin de semana, dejen claro este tema a sus hijos. Que a partir de ahora son ellos, los hijos, quienes gestionan sus peleas y malos entendidos.  Que cada vez que vengan con el cuento de “dimes y diretes” les diremos que no hemos escuchado nada y que deben ser ellos los que solucionen su problema. Sí, en cambio, podemos brindarnos a escuchar cada una de sus versiones y hacerles reflexionar, sin atender a los “diles y diretes” que acaban con nuestra paciencia.

2. Distancia física

Otra de las técnicas que podremos poner en marcha los padres será la de distanciar físicamente a los hermanos cuando están discutiendo e invitarles  a separarse físicamente en varias estancias. No quiere decir que les castiguemos en su habitación, sino que pueden estar en lugares distintos y seguir jugando y estar con la actividad que estaban desarrollando, pero ellos solos.  Al cabo de un tiempo que veamos necesario podemos volver a la normalidad y hacerles que se pidan perdón mutuamente y ver que no tenía importancia ese hecho en sí. Ayudarles a relativizar la causa de su enfado, no el hecho en sí de discutir entre ellos.

3. Cambiar de actividad

A veces terminar con una pelea entre hermanos será cuestión de cortar la actividad que estaban haciendo, que seguramente, les ha llevado a esta situación, y comenzar otra. El cambiar de aires les hará salir de la situación que les había llevado al enfado, y les dará la oportunidad de recomenzar.

4. Nuestro ejemplo es la clave

Si exigimos a nuestros hijos a comportarse de una determinada forma, primero lo tendrán que ver en nosotros. En el ámbito de la educación, el ejemplo tiene un doble filo: dejamos huella tanto para lo bueno como para lo malo. Así que, esforcémonos en que sea lo bueno y, como padres, examinemos en qué podemos mejorar o qué conductas deberíamos reconducir. Si pensamos que neutralizar una pelea entre hermanos se soluciona a “voz en grito”, estamos enseñando a nuestros hijos a solucionar los conflictos a base de voces. No es fácil, pero quizá tengamos que hacer un pequeño examen de nuestra manera de acabar con las discusiones de nuestros hijos. Llega un momento en el que de repente sueltan una frase que les viene grande, o se comportan de una determinada manera, y te das cuenta, que en realidad, te están imitando (con tu peor cara). Así que no olvidemos que estamos educando a pequeños seres que crecen muy deprisa y que tienen en nosotros su principal espejo.

5. Pedir perdón, por favor y dar las gracias

En nuestra casa estas tres directrices deberían ser la seña de identidad de nuestra familia. Primero, empezando por los padres, pues somos el ejemplo directo de nuestros hijos y sus ojos están en todo momento observando nuestro comportamiento.  No podemos pedirles que sean respetuosos entre ellos y con nosotros, y en general, con todas las personas que tienen a su alrededor, si no lo ven en sus padres. Reconocer sus esfuerzos y buen hacer, pedirles perdón cuando sea necesario y darles las gracias, será el mejor ejemplo con el que podremos educar a los hombres y mujeres del mañana, aunque sólo se trate de dar las gracias a Juan por meter su vaso de desayuno y el de su hermana en el lavavajillas.

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