Ayúdales a crecer

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La importancia de los hábitos en la primera infancia

Por Carmen Martínez, subdirectora de la sede Sierra Blanca, del colegio Sierra Blanca- El Romeral  (Málaga)

Los padres y educadores de hoy vivimos inmersos en la sociedad de la inmediatez. Basta observar cómo crecen progresivamente las ventas online, la velocidad de las comunicaciones, el éxito de los métodos que nos prometen resultados rápidos y sencillos. Y es en esta sociedad, con sus ventajas e inconvenientes,  en la que han nacido nuestros hijos.

Si por un momento nos paramos a reflexionar y a proyectarlos en el futuro; muchos de nosotros deseamos que sean hombres y mujeres íntegros, personas auténticas, resilientes, generosos, empáticos, profesionales exitosos, y un largo etcétera. Pero sobre todo hombres y mujeres felices.

Por eso hemos de empezar desde pequeños. ¿Cómo hacerlos personas con valores? ¿Cómo ayudarles a crecer, haciéndoles protagonistas de su propia historia? Desde los primeros años, el éxito del aprendizaje, en general para la vida, depende en gran medida del grado de autonomía personal. En concreto en la etapa de infantil hemos de procurar que nuestros hijos sean cada día más autónomos. En la medida que un niño es autónomo, sus posibilidades de aprendizaje se multiplican.

Para un niño ser autónomo significa: ser independiente, aprender a confiar en sí mismo, encontrar su propio camino y tener curiosidad.

Para los padres y educadores autonomía personal significa: Respetar el ritmo de cada niño, reforzar su curiosidad, fomentar su confianza y autoestima, desarrollar su sentido de responsabilidad, proporcionar herramientas y valorar sus esfuerzos.

¿Cómo se puede fomentar la autonomía personal?

Fomentando la adquisición de hábitos. En particular, en los primeros años de infancia del niño cobran especial importancia los llamados hábitos básicos, que son: comida, higiene, sueño y orden. ¡Nada más y nada menos!

¿Cuántos de nosotros no hemos pasado noches en vela, o desesperado ante alguna rabieta a la hora de comer? Pues aun considerando lo anterior como patrones de conducta propios de estas edades, hemos de tener claro cómo sentar los pilares que nos conduzcan a la adquisición de los cuatro hábitos antes mencionados.

Comida:

Nuestros hijos de forma progresiva han de ser capaces de ir asemejando su forma de comer a la que tenemos personas adultas. De forma que, poco a poco, hemos de procurar:

1- Que coman aquello que estimemos necesario cada día desde el punto de vista nutricional, respetando: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena; y evitando las comidas entre horas. Esto último favorecerá, no únicamente desterrar caprichos, sino además favorecer que llegado el momento, nuestro hijo tenga el apetito necesario. Lucía Galán Beltrand, pediatra y autora de varios libros afirma: «tu hijo solo necesita una cosa para comer: hambre´´.

2- Es aconsejable en torno a los 2/3 años, dejen de comer triturado y se habitúen a comer alimentos sólidos. Coincide que en este período es aconsejable además abandonar el biberón, que no es sencillo en la mayoría de los casos, por la rapidez y comodidad que entraña; pero que de mantenerlo demasiado en el tiempo, hará que nos resulte mucho más complicada su retirada. Además de “privarlos” de poder ir siendo autónomos en este sentido. 

3- Hemos de enseñarles a emplear el tiempo necesario para cada una de sus tareas y rutinas diarias, haciéndoles conscientes de cada una de ellas y sin distraerlos. Por eso es importante que distingan el tiempo destinado a comer. Y una vez pre-establecido el periodo adecuado según su edad, respetarlo; a fin de evitar ‘’eternizarnos’’ alargando demasiado el tiempo que dedicamos y convirtiéndolo en algo tedioso para ellos y para nosotros.

Higiene:

Desde pequeños hemos de fomentar que nuestros hijos construyan una imagen positiva de sí mismos, y lo podemos hacer a través de este hábito. Además favoreciendo su aprendizaje en otras áreas. Por ejemplo: uno de los primeros  ejercicios relacionados con la pre-escritura, es que el niño se lave las manos; o para la toma de conciencia de su propio cuerpo, podemos aprovechar el momento del baño.

Sueño:

Es un hábito que el niño empieza a adquirir desde que nace. Primero de una manera muy irregular y a medida que pasa el tiempo se va regularizando. Cumplido el primer año existen ciertos factores que pueden facilitar o dificultar la adquisición de este hábito de forma autónoma.

1- En torno al primer año de edad; debe empezar a dormir en su habitación. Hacerlo en torno a este periodo favorecerá que adquiera el hábito a través del cual identifique la conciliación del sueño con su propio entorno: su habitación y su cama. En caso contrario, habremos de cambiar el hábito previamente adquirido de dormir con papá y mamá; en definitiva desaprender lo aprendido, que resultará más complicado.

2- Podemos favorecer una rutina diaria que haga que el niño asocie el acostarse como parte integrante de la misma. Por ejemplo: cena, aseo, lectura de algún cuento y acompañamiento a su cama. Proporcionándole en este momento seguridad con frases tipo: ‘’yo estoy aquí, si me necesitas llámame’’. Es este además un momento diario fantástico para fomentar la relación afectiva paterno-filial.

3- Es aconsejable que se acueste despierto; ya que, si se duerme en nuestros brazos, o en nuestra compañía; al despertar sentirá el miedo y la inseguridad de vivir una situación desconocida; y resultará más difícil que vuelva a conciliar el sueño.

Orden:

En primer lugar, si queremos que nuestros hijos sean ordenados, hemos de simplificar todo aquello que pretendemos que mantengan ordenado. ¿Cuántas veces no descubrimos entre nuestros propios enseres, objetos que no utilizamos? Pues bien, no debemos hacer de la habitación de nuestro hijo el ‘’almacén de una juguetería’’. La capacidad de mantener la atención en estas edades es breve. Sino ¿Cuántas veces vemos cómo nuestros hijos desordenan todos los juguetes de la habitación? ¿O cuántas veces hemos sorprendido a nuestros hijos jugar con el juguete más sencillo en apariencia, aun teniendo construcciones, playmobil y juguetes de todo tipo, a su alcance?

Algunas rutinas que pueden favorecer de forma progresiva la adquisición de este hábito son:

1-Antes de jugar con un juguete recojo lo anterior

2-Establecer tiempos de jugar y de recogida

3-Preparar con él lo que necesita para el día siguiente, haciéndole partícipe: uniforme, mochila, etc.

annie spratt 1137637 unsplash Ayúdales a crecer

Llegados a este punto podemos pensar si es esto así de sencillo, sin duda la respuesta es negativa. Como todos sabemos cada niño, cada hijo, cada alumno, es una persona única e irrepetible, que la hace singular e inigualable. Por eso en educación no hay recetas, ni trucos “mágicos”. Ahora bien, la adquisición de estos y el resto de hábitos que nuestros hijos necesitan para ser felices, para lograr una vida plena; cuentan con un denominador común: el esfuerzo. Nuestro esfuerzo como padres y educadores, y su propio esfuerzo.

Y en cuanto a nuestros hijos y alumnos es importante que no los sustituyamos, a pesar de la incertidumbre y el riesgo que sin duda existe de que puedan equivocarse. Fernando Alberca, autor de “Todos los niños pueden ser Einstein” afirma: «El protagonista de un esfuerzo – quien lo sostenga, lo mantenga y lo lleve a cabo – será el protagonista de su resultado, del éxito y quien verá crecer su autoestima’’ y añade: «Es muy importante no quitarle la oportunidad a un hijo de hacer un esfuerzo, porque es tanto como privarle de la posibilidad de lograr realmente algo. Por eso animar a un hijo a que se esfuerce es quererle, más que asumir su esfuerzo y sustituirle como protagonista del logro obtenido’’

Con el optimismo propio de la seguridad de tener una gran oportunidad y responsabilidad en nuestras manos; seamos ‘’cosechadores’’ de la felicidad de nuestros hijos, ¡Ayúdalos a crecer!

 

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