Aunque a priori pueden parecer evidentes las bondades que nos pueden proporcionar las excursiones familiares, en ocasiones no somos conscientes de su profundidad y de la importancia en la educación de nuestros hijos, hasta que no nos paramos a pensar en nuestro pasado y la huella personal que deja en nosotros el ocio familiar.
Si realizamos este ejercicio mental, probablemente nos daremos cuenta que, los mejores recuerdos de nuestra infancia están ligados a los momentos en familia y, seguramente, a esas maravillosas salidas familiares que tanto nos aportaron en la infancia.
Si pensamos que parte de la futura felicidad de nuestros hijos estará cimentada en nuestros hábitos de ocio y costumbres familiares, empeñémonos en crearles una herencia enriquecedora, proporcionándoles una manera de ver y compartir la vida. Será más complicado que en el futuro lo sepan valorar si no lo han tenido como ejemplo en sus padres.
¡Gracias mamá, gracias papá!
Apostaría lo que fuese necesario a que, si preguntásemos a nuestros hijos por aquellas excursiones familiares, con el paso de los años, no tardarían en responder: ¡gracias por vuestra dedicación!
En todos esos momentos de convivencia, en un entorno fuera del colegio y de las excursiones escolares, los niños aprenden a valorar el tiempo con la familia, a disfrutar con ella; en definitiva, aprender a convivir, a reír, a equivocarse, a discutir, a sentir… ¿Con quién se puede aprender mejor que con aquellos que más nos quieren?
En un mundo de prisas
Cuando hoy en día le preguntas a cualquier padre sobre el tiempo que puede dedicar a cada hijo en particular, en muchas ocasiones se repite la respuesta: ¡no tengo tiempo para hacerlo, aunque me encantaría! En ocasiones, desgraciadamente, esto es una realidad.
Es aquí donde entra en juego, una vez más, el valor de las excursiones familiares. Es aquí donde podemos recuperar los tiempos que la semana nos arrebata. Es aquí donde podemos realizar una caminata a solas con cada uno de nuestros hijos, que bien planificada desde casa, nos permita llegar a la intimidad que ciertas conversaciones merecen.
Unas veces será utilizando la caminata para, intencionalmente, retrasarnos; alejándonos del grupo para hablar con aquel adolescente con el que no logro conectar en casa. Otras veces aprovecharemos para adelantarnos con aquella hija activa con la que quiero tener una conversación más profunda, mientras observamos la naturaleza y hablamos de lo divino y de lo humano…Es aquí donde tendré momentos también para compartir con mi mujer o con mi marido, apartados de los tan marcados tiempos que la semana nos impone.
Con familias vs con familia
Club, piscina, urbanización, actividades deportivas… Es habitual hoy en día que la familia suela estar rodeada, en múltiples ocasiones, por otras familias de amigos. En este apartado creo que es importante recalcar la necesidad de que la familia viva sus momentos de convivencia exclusiva.
Para todo hay tiempos, pero al igual que es muy positivo convivir con otras familias de amigos, con los que compartir experiencias, también es necesario aprender a compartir momentos exclusivamente con nuestra familia. Cuando convivimos con un grupo de familias, los roles varían; diluyéndose al convivir con un grupo de personas. Por este motivo, si queremos llegar a profundizar en la convivencia familiar, debemos buscar esos momentos en los que enriqueceremos tanto a nuestros hijos.
Todo lo que una excursión nos puede aportar
Descubrimiento de entornos desconocidos, amor por la naturaleza, aprecio por los colores, los olores, el tacto, la calma, la relajación; por no hablar de la cantidad de virtudes que se pueden adquirir. ¡Cuánto podemos trabajar la reciedumbre y la fortaleza!
Siempre podemos alargar un poco más la caminata, forzando el ritmo que nuestro cuerpo nos va marcando y, de esa manera, aprender a superar la barrera psicológica del cansancio. Muy recomendable también distanciar los tiempos en la bebida y en la comida; soportar las molestias del calor, el frío, la sed… Oportunidades que nos brindan la posibilidad de hacer crecer a nuestros hijos en virtudes.