Por Guadalupe de la Puerta, docente de Tierrallana-Entrepinos y madre de cinco hijos.
90 millones de “muser”, así se llaman los usuarios de músical.ly, desde el año 2016, en el que fue creada inicialmente como aplicación educativa de vídeos de corta duración hasta lo que es a día de hoy, red social donde los amantes de la música dan rienda suelta a su imaginación a través de la elaboración de sus propios playbacks.
Le doy vueltas a la cifra tras interesarme como madre y docente en conocer más esta app, debido al éxito que la misma posee entre mis alumnas y mis propias hijas. Es habitual escuchar entre los descansos de clase “¿cuántos seguidores tienes?” “¿Has visto el último vídeo de holly.h?” “Sigue a diana-dasha, me encanta su ropa”; “¿Sabías que laurap firmará libros en Almería?”
También suele ser bastante común ver cómo hacen gestos con las manos a modo de gafas hechas con dedos en difícil posición o magistrales micro-coreografías, mientras esperan la cola del comedor o simplemente bajan al recreo.
Como soy bastante observadora me gusta estar al día en cuanto a los gustos y aficiones de mis alumnas y, de ahí que hace unos años mi curiosidad me llevara a toparme con esta red actualmente llamada “tik-tok”, tras su última actualización. Una actualización con la que sus usuarios no están nada satisfechos, ya que sus filtros son calificados de peores y editar la privacidad se vuelve más complicado.
Una red social suculentamente adictiva
Ciertamente es una red social bastante adictiva, ya que es divertida y muy fácil de usar. Te permite grabar vídeos de 15 segundos con tus canciones favoritas y que posteriormente puedes compartir con tus seguidores y amigos. La calidad de tu cuenta dependerá de tu número de seguidores, por lo que poner el límite, sobre todo cuando se trata de niños de 11-12 años es bastante complicado. Y no, no me equivoco cuando hablo de edades. Si accedes a la app compruebas que es necesario tener cumplidos los 14 para tener una cuenta, pero no hay límites de edad para acceder a ella, ya que puedes ver vídeos de otras personas sin tener tu propia cuenta, simplemente descargando la app. Además, para suscribirte basta con una simple dirección de correo electrónico y hacer clic en una pestaña donde la edad que tienes la decides tú mismo.
Ante semejante expectación llego a casa y me descargo la app, ya que no soy partidaria de decir a mis hijos que no sin antes conocer de qué se trata. Una vez descargada en mi dispositivo (es compatible con IOS y Android) me dispongo a seguir a la más taquillera de las cuentas, Ariel Martín, una adolescente estadounidense Que cuenta con más de 10 millones de seguidores y es conocida como baby-Ariel. Se ha hecho tan famosa que incluso ha subido al estrellato a los miembros de su familia, quienes aparecen en los vídeos con ella.
En qué consiste
Las canciones utilizadas son temas de máxima actualidad, números 1 a nivel internacional y que se encuentran en tik-tok libres de copyright. A los vídeos, que se guardan de forma permanente a diferencia de snapchat, donde se eliminan pasadas unas horas, se les van agregando los comentarios de otros musers, y es ahí donde sus cuentas y su autoestima alcanza unas cotas inigualables.
¿Cuál es la edad adecuada para acceder a esta red social? No sabría decir una edad exacta, depende de cada niño y de su madurez, pero una cosa sí que he podido comprobar a lo largo de estos años como docente: “El dispositivo, una vez se entregue, ha de seguir una serie de normas, hablemos de pseudo contrato, donde se exponen las condiciones y las consecuencias ante el incumplimiento”. Aconsejo siempre conocer contraseñas de todas las cuentas y acceder a ellas habitualmente. Con las redes sociales suele ocurrir con bastante frecuencia que los niños tienen una conocida y controlada por sus padres (no siempre) y una Segunda cuenta bajo el nombre de “prive” “fails” u otros pseudónimos donde cuelgan su verdadera vida. Si no podemos acceder a sus dispositivos tampoco tendremos acceso a dichas cuentas. Y es una realidad que lo que no se haga desde un principio, luego no tiene marcha atrás.
Cuando pregunto a mis alumnas cuánto tiempo le dedican al fenómeno musical.ly, suelen contestarme que más o menos una hora diaria entre esta y otras redes a las que se puede vincular la app (YouTube, Instagram, snapchat….). Entre tanto enlace y tanta red visitada acceden a todo tipo de información que, por desgracia, no siempre tiene filtro. No se trata solo de lo que consumen, sino del tiempo que consumen. Recomiendo poner horarios como es lógico, pero para que no nos basemos en opiniones, es recomendable no evadirnos haciendo uso de la música y el baile por no se sabe cuánto tiempo. Basémonos en hechos, instalando en sus dispositivos e incluso en los propios nuestros aplicaciones que controlen el tiempo de conexión, como por ejemplo “YourHour” “qualityTime” “Forest” “faceup”…
Tras varios días buceando en la aplicación compruebo que es tremendamente adictiva, no solo para nuestros hijos sino también para mí misma, ya que me encanta la música y los vídeos divertidos que me ayudan a desconectar de la rutina. Además, como son vídeos cortos, no se requiere una atención sostenida, por lo que puedes pasar de un tema a otro a golpe de pulgar.
El poder de la música
Empecemos por la música: Queremos un mundo mejor, más justo y donde todos tengamos los mismos derechos, pero entre las canciones de Christina Aguilera o Bruno Mars, entre otros, aparecen los últimos hits del reggaeton, y comprobamos cómo tras las cuentas más seguidas se encuentran adolescentes que proponen con todo su cuerpo que “les des más gasolina” o “que a ella le gustan mayores”, preguntan que “¿el anillo para cuándo?” o sugieren que determinadas prácticas son ilegales para menores, pero tremendamente satisfactorias para uno mismo.
Los bailes y el tiempo invertido serían otro tema a tener en cuenta, pero sobre todo me centraría en la atención. La madurez que nos dan los años nos hacen ver las redes, a la vez que en nuestra mente rondan otras cosas, pero no es el caso de nuestros adolescentes. Ellos absorben como esponjas, canciones, ropa, bailes, letras, color de pelo y un largo etcétera que van conformando sus referentes y que marcará sus prioridades en los próximos años. La popularidad es un factor decisivo en sus relaciones y los comentarios que hagan a sus vídeos, así como su número de seguidores pueden marcar su autoestima para bien o para mal. Centrémonos en la importancia del reconocimiento social en la adolescencia y no olvidemos que los comentarios son públicos y que no se borran. La sobre exposición que viven puede provocar crisis en su propia autoestima. He llegado a leer comentarios muy hirientes hacia determinados bailes e incluso he llegado a tener que mediar entre mis alumnas por discusiones surgidas por alguna opinión que no ha sido de su agrado.
Por tanto, entre todo lo encontrado y tras haber valorado la aplicación ahora ya sí sé qué y cómo contestar a mis hijas. Creo que aunque no lo asimilen, aceptarán mi decisión basada en el fundamento de que esta red social tiene más aspectos más negativos que positivos en el período en el que se encuentra.
Es cierto que no podemos dar la espalda a las redes sociales y que nuestros hijos se desenvuelven en un mundo virtual y digital. Cada familia debe decidir lo que es mejor para sus hijos, pero lo que debemos tener claro es que nuestros hijos, de una u otra forma, son vulnerables a una serie de peligros que se encuentran tras las pantallas y que estas exigen atención y supervisión por nuestra parte, así como nuestro conocimiento acerca de las aplicaciones que están más de moda.