Una piel para toda la vida

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Se suele decir que la piel tiene un efecto memoria devastador. Las imprudencias en la infancia y juventud nos pueden traer consecuencias negativas en el futuro. Con el paso de los años la piel pierde sus propiedades naturales, especialmente de elasticidad, firmeza y humedad, además de padecer cambios en la pigmentación. Especialistas de la Clínica Universitaria de Navarra exponen algunos consejos para su prevención.

Factores de riesgo

Son muchos los factores que afectan a la piel: el tabaco, el estrés, la mala alimentación pero, sobre todo, la radiación solar. Más concretamente, el 90% de los cambios que sufre la piel humana se deben al envejecimiento prematuro de las células cutáneas, motivados por los daños de la radiación ultravioleta. Quemaduras, fotoenvejecimiento, cáncer de la piel, melanoma o la reactivación de determinados virus, como el herpes labial, son algunos de los problemas a los que nos podemos enfrentar con una sobreexposición solar.

Prevención

Para prevenir el envejecimiento de la piel es muy importante tener en cuenta: la hidratación (factores externos e internos) y la exposición a los rayos ultravioleta. Dentro de los factores internos, hay que destacar la ingesta diaria de dos/tres litros de agua, ingerir abundantes frutas y verduras, seguir una dieta equilibrada (porque la piel es muy sensible a la falta de proteínas, minerales o vitaminas) y evitar el consumo de tabaco o café, ya que provocan deshidratación de la piel. La hidratación externa se consigue con la aplicación de emolientes una o dos veces al día (todos los tipos de piel deben hidratarse, incluso las pieles más grasas). Por otro lado, es necesario evitar la exposición excesiva a la radiación ultravioleta con ropa/sombrero y con cremas fotoprotectoras adecuadas.

Efectos positivos del sol

La radiación solar produce efectos positivos: necesitamos el sol para sintetizar la vitamina D en nuestro organismo. Además, cuenta con propiedades terapéuticas que influyen en ciertas  enfermedades dermatológicas (psoriasis, algunas dermatitis o en el acné) y produce sensación de bienestar.

Consejos para tomar el sol correctamente y obtener los mayores beneficios

  • La primera medida, en todo tipo de piel, es el uso, como mínimo de factor 30 de protección solar. Sin embargo, en las zonas más sensibles, como puede ser la cara, los párpados, los labios, las manos o la nariz, es necesario usar protección más alta.
  • El factor de protección solar cuantifica el grado de protección de un filtro solar. Se debe aplicar unos 20 a 30 minutos antes de exponerse al sol, renovándolo cada dos/tres horas para que no se pierda el efecto.
  • Se debe evitar las horas de mayor incidencia solar, entre las 11 y las 16 horas.
  • Es conveniente que el bronceado sea progresivo, al principio exposiciones cortas y luego ir aumentando el tiempo. El primer día sólo 15 minutos, e ir aumentando 10 minutos cada día.
  • Los días nublados también debe usarse crema con protección, ya que las radiaciones atraviesan las nubes.
  • Evitar el uso de colonias y desodorantes cuando se vaya a tomar el sol.
  • Usar sombrero, ropa adecuada y gafas solares (el sol penetra por el cristalino y puede favorecer la aparición de cataratas).
  • En la montaña se debe utilizar crema con fotoprotección más alta, ya que el riesgo de padecer una quemadura se incrementa un 4% cada 300 metros de altura.
  • Existen determinados grupos de riesgo: los niños tienen una piel más fina y sensible; los ancianos tienen el sistema inmunológico debilitado y algunas personas que padecen enfermedades fotoinducidas (lupus, dermatomiositis…).
  • Los niños menores de dos años no deben exponerse al sol.
  • El calor puede agravar el problema de las varices, por eso las personas que tengan problemas de varices, deben tener cuidado a la hora de tomar el sol.
  • Evitar el bronceado cosmético (rayos UVA).

Cuidado de las manos

Las manos están sometidas también a múltiples agresiones a lo largo del día. Las principales provienen del empleo de sustancias químicas, como detergentes o colorantes, por lo que es conveniente emplear jabones no agresivos. Estas sustancias destruyen con facilidad el manto graso que protege la piel. Las cremas hidratantes son muy útiles, ya que ayudan a recuperar este manto graso. Es recomendable realizar varias aplicaciones al día, incluso cuando empleamos guantes, al absorberse más fácilmente la crema por el calor que producen. En algunas ocasiones, se puede aplicar la crema hidratante en las manos antes de dormir, cubriéndolas después con unos guantes de algodón.

¿Cómo podemos cuidar las uñas?

En los más pequeños, las uñas cortas pueden evitar que se autolesionen. El corte debe ser recto y transversal evitando la lesión de la cutícula que sella la uña, y es preferible emplear cortaúñas en vez de tijeras. Como consecuencia de un golpe sobre un dedo, puede aparecer un coágulo debajo de la uña. En este caso, si es muy doloroso, es conveniente que lo drene un facultativo. En el supuesto de que la uña quede lesionada, no se debe intentar arrancarla, ya que podría dañar la matriz ungueal o zona de la uña donde se forma la nueva. Es mejor vendarla y esperar a que la nueva uña que surja la desprenda. En el caso de que haya penetrado una astilla o espina en la piel, hay que procurar retirarla con unas pinzas siguiendo el ángulo de entrada. Es conveniente esterilizar previamente las pinzas con un antiséptico. Si la astilla es visible bajo la piel, se puede abrir parte de la misma hasta que se pueda sacar.

Cuidado de la piel de los pies

Es necesario emplear un calzado cómodo que se adecue a la forma del pie: Si se emplean tacones excesivamente elevados, se produce una sobrecarga sobre la parte delantera del pie que puede llegar a ser del setenta por ciento del peso. Esto puede producir la aparición de rozaduras y zonas de hiperqueratosis (aumento de la capa córnea o escamosa de la piel). Para eliminarlas, podemos recurrir al empleo de una piedra pómez o lima de pies. En el caso de que persistan o sean muy dolorosas, es necesario acudir al especialista. Por último, es conveniente lavar los pies diariamente y secarlos bien: sobre todo los espacios interdigitales. Este cuidado de los pies es fundamental en deportistas, por la facilidad a sufrir infecciones por hongos que suelen afectar a esas zonas con una mayor humedad.


Artículo original publicado en el número 20 de la revista Signos por la doctora Maider Pretel, dermatóloga de la Clínica Universidad de Navarra.

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