Mamá, ¿y tú qué sabes?

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La educación del gusto estético en el hogar. Moda y modos en que nos presentamos a los demás

Quién en su edad adolescente no le dijo a su padre o a su madre: ¿Y tú qué sabes lo que se lleva? Nos creíamos a esa edad que lo sabíamos todo y que nuestros pelos o forma de vestir era la más guay o la que iba con la moda en ese momento. Sin darnos cuenta que nuestros padres ya pasaron por lo mismo y que sus consejos deberían ser tomados en cuenta.

El gusto por la belleza se aprende y se educa desde el hogar, desde la infancia. No se trata de imponer un estilo concreto a nuestros hijos. No podremos evitar que se pongan esos pantalones que no le favorecen en nada, o ese peinado que, por ir a la moda, no les queda nada bien. Ellos deben ser libres de llevar lo que estimen oportuno, siempre que tengan edad para hacerlo. Tendrán un momento complicado en su búsqueda de identidad y estilo propio, normalmente en la adolescencia.

Como padres, tendremos que respetar y asumir su estilo, aunque no sea el que nos gustaría para ellos. Puede que pasen “una mala racha” hasta que encuentren su estilo propio, pero lo fundamental es que estemos a su lado. Podremos hacerles ver, de manera agradable y sin demasiadas órdenes, el tipo de prendas que les favorecen, sin incidir demasiado en lo negativo de su atuendo. Es justo aquí donde podremos poner más el foco, para que no nos vean como “el contrario”, sino como  alguien “de su mismo equipo”. Hasta aquí valdrá lo que hayamos sembrado desde pequeños. De poco servirán las frases amenazantes o airadas sobre su forma de vestir.

Todo está impregnado por la moda. Es nuestra carta de presentación ante los demás. Los demás me conocen antes por lo que ven con los ojos que lo que puedan ver después con el corazón.

Hablamos de enseñarles desde bien pequeños el concepto de belleza, en una puesta de sol, en un atardecer, en un paseo por la playa, por el parque, en una visita al museo, en un paseo en bicicleta. Ayudarles a ver lo bello en las pequeñas cosas del día a día. Incluso, en lo que aparentemente es imperfecto. De esta manera, llegarán a entender lo que es  armonioso y acorde con su personalidad. Y tarde o temprano encontrarán aquella manera de vestir que les ayude a expresarse como verdaderamente son, ante los demás.

El gusto por tener un estilo propio, no sólo se educa con la ropa, con la manera de combinar…se educa con las posturas, con las maneras, con la admiración y contemplación de la  belleza de las cosas que te rodean, con la manera de hablar, de presentarnos a los demás, de comportarnos en la mesa. Con el cuidado de las cosas, con la manera de dirigirnos a los otros.

El pudor también tiene que ver con la moda. También es moda enseñarles a que cada uno se cambia en su habitación, guardando su intimidad, que no da igual cambiarse de ropa en mitad del salón. Y que nuestra intimidad es nuestra y no de los demás.

“La lucha” no se reducirá solamente al largo de la falda, o ese piercing que se quieren hacer en la nariz, por ejemplo. Tendrá que ver más bien con todo lo anterior, con lo que hayan vivido desde siempre en el hogar, en el cuidado de las cosas, de los detalles, en las maneras de hablar y de mostrarnos a los demás.  Uno va conformando su personalidad con el paso de los años, y sin duda la influencia de la familia, de los padres, del hogar, del ambiente en el que nos movamos, es determinante. Si en casa han vivido todo esto, es más probable que encuentren un estilo que responda a su personalidad y que les ayude a forjar la imagen que deseamos  que los otros tengan de mí.

La moda lo impregna todo. Es nuestra carta de presentación ante los demás. Nos ven con la imagen que hemos ido creando a lo largo del tiempo. Lo que hoy me pongo condiciona mi día. Quiera o no. Los demás me conocen antes por lo que ven con los ojos que lo que puedan ver después con el corazón. Aunque más tarde nos conozcan más profundamente y en un estadio vacío de prejuicios.

La moda es, al final, un armario lleno de percheros que espera recibir aquello que más defina a nuestro hijo o hija, como este armario con perchas vacías

Nuestros hijos deben saber que cada momento y cada situación requiere una manera de vestir concreta. No es lo mismo vestirse para pasar un día de campo que para ir a la Primera Comunión de un primo. Este concepto, aunque parezca muy básico y primario es importante que nuestros hijos lo conozcan desde pequeños. Así, ellos mismos, por ejemplo, concluirán que para una entrevista de trabajo deben de ir con un atuendo determinado, que nada tendrá que ver con lo que lleven puesto en la salida de un viernes noche con sus amigos.

La moda será al final aquello que quiera tu hijo o tu hija, y le representará fielmente si desde pequeños has estado con ellos para enseñarles y educarles en la libertad de descubrir quienes son

También enseñaremos a nuestros hijos a que “ir a la moda” no es estar comprando prendas de última tendencia, o esa que lleva su influencer favorita.  Es crear un estilo propio y saber lo que a cada uno le favorece y le queda bien. Saber que si se llevan las pantalones “palazzo” y que a mí no me favorecen en nada, optar por otro modelo que nos quede mejor. Reconocer las limitaciones del propio cuerpo y acentuar lo bueno. Entender que no hace falta tener y gastar mucho, sino tener lo que se necesite y llevarlo con señorío y elegancia.

Acompañar a nuestros hijos

En este campo es mejor “acompañar” a nuestros hijos en ese momento de búsqueda de su propia identidad, sobre todo en la adolescencia.  En el caso de las hijas, y ya antes de la adolescencia, sería conveniente organizar “Un día de chicas, o de compras”, como se quiera llamar. Puede ayudarnos a pasar más tiempo con esa hija en concreto, hablar, y compartir momentos en este día.  Podemos completarlo con un paseo a un parque, museo, una comida de picnic, o un paseo por la ciudad, y hacer de este momento un día divertido y una ocasión para conversar. Así, tendremos la ocasión de “orientar” a nuestra hija con lo que mejor le queda según su fisionomía, teniendo en cuenta también las últimas tendencias y hacerle sentir importante.


Se trata, como en todo en relación con los hijos, de estar siempre disponibles y a su lado, porque en cualquier momento brotará eso que ahora parece adormecido. Todo eso que les enseñamos y que parecía haber caído en saco roto, al final saldrá a flote, sin duda. Con paciencia y buenas dosis de buen humor.

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