¿Conoces bien a tus hijos?

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Para un momento y cierra los ojos. Olvídate de eso que tienes ahora entre manos. Piensa en tus hijos: ¿realmente los conoces? ¿Sabes cómo son? ¿Son como nos empeñamos en verlos? o en cambio, ¿los aceptamos con sus defectos y errores?

Por Fátima Guillén, docente de Infantil de Adharaz-Altasierra

Poder decir “Conozco bien a mi hijo” no significa que así sea, aunque el solo hecho de ser padre lleve consigo un conocimiento primero, que nos viene dado desde el mismo momento del nacimiento de nuestro hijo.

Es posible que nuestros hijos nos sorprendan con cosas que ni siquiera imaginábamos. No se trata de querer asegurarnos que conocemos bien a nuestros hijos por orgullo, sino para ofrecerles la oportunidad de identificar sus necesidades y sus fortalezas y poder así ayudarles.

Como padres, existe una manera “innata” de conocer a nuestros hijos, pero corremos el riesgo de no ser objetivos. El cariño de la mirada paterna nos llevará a desdibujar su imagen. Podremos verles desde una versión mejorada de ellos mismos, o aquella en la que intentamos reflejar una imagen perfecta de lo que nos hubiera gustado ser a nosotros mismos.

Es importante darles el valor que se merecen, ser razonables y reconocer que su opinión y sentimientos valen mucho.

A continuación, os doy algunas ideas que nos pueden ayudar a conocer a nuestros hijos, desde una mirada más objetiva y  desde el cariño propio de un padre y una madre:


Tenemos que aceptar que nuestros hijos tienen sus virtudes, pero también sus defectos. Nuestro deber como padres es quererlos así.

  1. Tomar conciencia de que son personas independientes a ti y por ello pueden tratarse de personas muy diferentes.
  2. Hay que ser realistas y “objetivos”, mirar a nuestros hijos con los cinco sentidos, y no solo con nuestro corazón. Es necesario que nos detengamos a observar con cuidado y sin prejuicios. Existen padres  que no son capaces de ver lo que no quieren ver, con una percepción idealizada que creen que sus hijos son “unos fuera de serie”, ignorando sus límites, lo que puede conllevar a una gran frustración o en otro caso contrario,  a padres excesivamente críticos e insaciables que no son capaces de ver en sus hijos nada bueno, peligrando su motivación y autoestima. En cualquier caso, es posible que nos neguemos a ver lo que en realidad son, lo cual es otra manera de perder una oportunidad de conocerlos mejor.  No todo son virtudes, son nuestros hijos, pero eso no los hace seres perfectos. Tenemos que aceptar que nuestros hijos tienen sus virtudes, pero también sus defectos, curiosamente como los tenemos todos los padres y madres. Nuestro deber como padres es quererlos así.
  3. Después de haber observado y aceptado sus cosas positivas y negativas, debemos profundizar en ese conocimiento de nuestros hijos. Para ello tenemos que preguntar e interesarnos  en otros escenarios en los que crece, hablando con sus profesores. De ahí la importancia de la tutoría,  interesarnos por sus aficiones, hablando con nuestra familia, abuelos, tíos, padres de sus amigos, con sus propios amigos, etc.
  4. Jugar con él. Por medio del juego se pueden lograr muchas cosas. Permite conectarnos, genera confianza y nos da pistas de cómo es porque los vemos en un contexto diferente. Ponernos a su altura, compartir un momento como iguales, hace posible que reconozcamos sus valores, su actitud ante la competencia y los demás, etc.
  5. Hacerle preguntas amistosas para poder orientarlos de una manera adecuada. Desde Psych Central se sugiere a los padres realizar preguntas a los más pequeños e invitar a que sean ellos los que contesten para que así puedan descubrirse a ellos y hacer que los padres podamos saber más de ellos.
  • ¿Cuáles son tus puntos fuertes?
  • Si pudieras vivir en cualquier lugar del mundo ¿Dónde sería?, ¿Por qué?
  • ¿Con quién hablas cuando tiene un problema?
  • ¿Cómo te ayuda esa persona?
  • ¿Qué te gusta hacer para divertirte?
  • ¿Qué es lo que te preocupa?
  • Si pudieras pedir algo, ¿Qué sería?
  • ¿Qué te da vergüenza?
  • ¿En qué momento o situación te sientes más seguro?
  • ¿Cómo te das cuenta de que estás enfadado? ¿Qué piensas en ese momento?
  • ¿Qué es lo que te gusta del cole? ¿Y qué no?
  1. Dale responsabilidades. Así conocerás mejor a tu hijo, pues observaremos la manera en que lo haga,  si es capaz de seguir instrucciones, ser puntual, respetar, cumplir. Siempre de acuerdo con la edad y madurez del niño.
  2. Ya por último, hacer el esfuerzo de aprender a disfrutar de nuestros hijos, disfrutar de nuestra tarea de ser y ejercer de padres. De lo contrario, hacer de los hijos nuestras “ilusiones” es abrir la puerta a la frustración, privándoles de la posibilidad de protagonizar su propia vida.

En definitiva, quererles como son. Estar con ellos, acompañarles, escucharles. Solo así nuestros hijos se mostrarán como realmente son, sin caretas, sin dobleces.  Y aceptar sus defectos, sus errores. Con el cariño y el amor de un padre y una madre que solo quiere lo mejor para sus hijos.

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