Comuniones: La belleza de la sencillez

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Por Paqui Pérez Llamas, docente de Monaita-Mulhacén (Granada)

La Primera Comunión es una experiencia muy especial en la vida de una persona. Todos podemos recordar ese día con mucho detalle, a pesar de lo pequeños que éramos y del tiempo transcurrido. Quizá nuestra primera Comunión fue muy sencilla, pero al recordar ese día todo parece brillar con una luz cálida y una alegría muy profunda.

En mi trayectoria como educadora he tenido la suerte de trabajar mucho con niños que se preparan para este Sacramento y siempre ha supuesto para mí una gran satisfacción acompañarlos en ese camino. Ellos tienen una sensibilidad especial para captar lo esencial, para paladear lo importante. Por ello, quizá la labor de los padres y los demás adultos se limita a garantizar esa vivencia sencilla, tierna, íntima, evitando transformarla en un acontecimiento social, ajeno por completo a la intimidad del niño y que puede ocultar esa riqueza que su inocencia capta tan bien.

Recibir la Comunión en sí es algo que se caracteriza por su extrema sencillez: la acción más sagrada que los hombres pueden realizar, externamente no es más que vino y pan. Sencillez es transparencia, limpieza interior, espontaneidad. Cuando una familia entiende esto, se esfuerza para que todo lo que rodea a este momento acompañe a esta idea central.

Un desembolso considerable

¿Qué nos preocupa a los adultos entonces? La Primera Comunión de un hijo es un evento que también supone un desembolso para las familias y que a veces conlleva un verdadero sacrificio para la economía familiar.

La Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI) ha realizado un estudio para conocer la evolución del coste de la celebración de la comunión. Para ello se han recogido datos en cerca de un centenar de comercios y establecimientos de la geografía nacional y se ha elaborado una encuesta a medio millar de padres. “El principal gasto de esta celebración es el banquete que supone más de la mitad de la factura total. El gasto para una Comunión con 30 invitados varía en función del restaurante y menú elegido, situándose el coste por invitado entre los 40€ y los 60€. El coste medio de celebrar una Comunión se cifra en 2.125€”

En una sociedad de consumo, en la que todos queremos eventos perfectos y la publicidad nos empuja a vivir cada momento como si fuese el último, no es fácil mantener el equilibrio y darse cuenta de que la Primera Comunión no es una boda, ni una “mini boda”. Una boda tiene también un carácter social muy acusado y, por eso, puede requerir una celebración más llamativa.


En una sociedad de consumo, en la que todos queremos eventos perfectos y la publicidad nos empuja a vivir cada momento como si fuese el último, no es fácil mantener el equilibrio y darse cuenta de que la Primera Comunión no es una boda, ni una “mini boda”.

La Eucaristía es el sacramento más importante, pero su celebración es más sencilla porque se limita al ámbito familiar y porque la experiencia demuestra que no por celebrarla ostentosamente se celebra mejor. Si nos salimos de esa sencillez de la que hablábamos anteriormente, podemos perder el foco, desdibujar la belleza, dejar que se escape lo importante.

Una cuestión de enfoque

Hay que reconocer que hacer la Comunión es un acontecimiento muy importante en la vida de un católico y cobra todavía más relevancia al ser un niño el protagonista. Como todos los acontecimientos relevantes en la vida, puede causar situaciones de estrés, más en los padres que en los chicos.

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Estas situaciones estresantes suelen estar ocasionadas no por la ceremonia de la Comunión en sí, sino más bien por la celebración posterior y miles de circunstancias que surgen alrededor de este momento: fotos, regalos, invitados…

Para los niños la Comunión es algo que llevan preparando mucho tiempo, que saben que es importante para ellos y para su familia, y es natural que la proximidad del momento les produzca cierta ansiedad, comprensible e incluso positiva. Pero el niño debería estar nervioso por el hecho de recibir a Jesús y no por todo lo que sucede alrededor de ese momento, que es algo que ocurre cada vez con mayor frecuencia

A la hora de plantearnos cómo celebrar la Primera Comunión de nuestros hijos entra en juego esta dicotomía: cuanto mayor sea el despliegue de medios materiales, mayor es el riesgo de que se empobrezca su significado espiritual.

Centrados en lo importante

La sencillez a la hora de tomar la Primera Comunión engrandece el Sacramento

En ocasiones, con los preparativos de la Comunión de los niños los adultos nos descentramos un poco: vestido o traje, la ropa de los hermanos, el convite, las invitaciones, una cantidad inagotable de detalles y sorpresas, etc. Entonces, ¿qué cuestiones son las esenciales y las que no debemos perder de vista?

  • Centrarnos en lo importante de ese día que es el sacramento, ese encuentro tan especial de nuestro hijo con Jesús. Todo lo demás no puede compararse con lo primero y por tanto no debería preocuparnos en exceso. Si nosotros damos una importancia desmedida a estas cosas, el niño también lo hará y corremos el riesgo de transformar un día tan especial en un montón de preocupaciones.
  • Afrontar con mucho entusiasmo e ilusión este día. Eso tiene que manifestarse en nuestra actitud, nuestra alegría, nuestras expresiones, en palabras de seguridad hacia nuestro hijo, etc. Por ejemplo, no es lo mismo agobiar al niño diciéndole que ese día tiene que hacer esto o lo otro, de esta u otra manera, que decirle “no te preocupes si algo no sale bien. No pasa nada; eso no es importante. Mamá y papá estamos felices porque recibes hoy a Jesús por primera vez y eso ya es suficiente; lo demás da igual”.
  • Estar cercanos al niño para que nos pueda preguntar si algo no entiende o le preocupa.
  • También podemos enseñarle alguna oración que ellos puedan recitar cuando hayan recibido a Jesús o mientras se preparan para hacerlo.

Somos los padres y los adultos los que tenemos que reflexionar sobre cómo vivimos y afrontamos este acontecimiento tan importante si queremos que los niños lo vivan de manera tranquila, positiva y centrados en lo esencial.

La inquietud y la ansiedad de los niños son en su mayor parte un reflejo de las inquietudes y la ansiedad de los adultos. Sería una lástima, porque es un día en el que el éxito en lo importante está asegurado.

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