Leer por el placer de leer.

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Leer por leer.

Las personas leemos por cuatro razones principales: para informarnos, para comunicarnos, para trabajar. La cuarta es la más importante y es la que menos presencia tiene en la vida actual: leer por el placer de leer.

La lectura por placer ayuda a mejorar la alfabetización, la confianza en uno mismo, el bienestar, el desarrollo, el desempeño educativo y las habilidades sociales. Adoptar este hábito a una edad temprana puede inspirar un amor duradero por la lectura, que ofrece una forma divertida de dejar volar la imaginación, y permite explorar diferentes lugares y experiencias vitales. Por otro lado, leer es un ejercicio mental en el que el cerebro participa de forma activa, ordenando ideas, relacionando conceptos y provocando reacciones y opiniones. Incrementa la capacidad de concentración, análisis e interpretación de texto. Y eso nos hace menos manipulables, más autocríticos y mucho más sabios.

Pero, si todo son ventajas, ¿por qué no leemos? El auge de las pantallas y nuestra inmersión en la era de la imagen, el ritmo de vida vertiginoso, la amplia oferta de entretenimiento que hay al alcance de cualquiera y que no requiere ningún esfuerzo y la oferta televisiva abrumadora son algunos de los motivos que nos han alejado de la afición a la lectura.

30 minutos al día para ser un gran lector.

Para llegar a ser un gran lector, hay que leer, leer mucho, leer biografías, leer novelas, leer ensayos, leer tebeos, leer relatos, leer revistas. Solo a través de una literatura variada se puede experimentar y explorar la última frase de la declaración de principios del IB: “los programas del IB alientan a alumnos del mundo entero a adoptar una actitud activa de aprendizaje durante toda su vida, a ser compasivos y a entender que otras personas, con sus diferencias, también pueden estar en lo cierto”.

Desarrollar el hábito de la lectura es una de las mayores preocupaciones de padres y educadores. Descubrir la magia de los cuentos a los más pequeños o conseguir enganchar con una historia a los mayores, son retos que perseguimos cada día. Por eso, en Puertapalma-El Tomillar tenemos un módulo de lectura diario de 30 minutos, durante el cual los alumnos de todas las edades pueden disfrutar del placer de leer un libro que ellos mismos escogen.

Los mas pequeños también toman contacto con los libros a través de su Espacio Living Book, disfrutando de las ilustraciones, ojeando, explorando, escuchando relatos… De esta manera, potenciamos su imaginación y sentamos las bases del amor por la lectura.

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Consejos de Anthony Tilke.

Anthony Tilke, bibliotecario principal del American School of The Hague (Países Bajos), nos ofrece unos cuantos consejos para fomentar la lectura por placer entre los niños:

  1. Hay que animar, pero no presionar.
  2. No tiene nada de malo releer un mismo libro.
  3. Los libros breves (novelas cortas) son adecuados, como también lo son las novelas gráficas y los libros ilustrados.
  4. Pedir consejo y material de lectura a un bibliotecario (ya sea en el colegio o en una biblioteca pública local).
  5. Cultivar el arte del apoyo pasivo. Por ejemplo, dejar libros por la casa, en lugar de ponérselos en la mano a un niño poco receptivo.
  6. Aceptar que los niños afrontarán diferentes presiones a medida que crecen. Es algo completamente normal. Si solo leen uno o dos libros al año, es importante valorarlo. La capacidad de leer durante períodos largos resulta muy útil, y puede ayudar a los niños en los años posteriores.
  7. La forma de leer varía según las circunstancias, y debemos estar abiertos a todas las opciones: medios digitales e impresos, formatos diferentes como libros, novelas cortas, novelas gráficas, revistas (electrónicas e impresas), libros electrónicos, etc. La lectura no es siempre ficción.
  8. Predicar con el ejemplo: no podemos exigirle a un niño lo que no somos capaces de hacer nosotros. Si los adultos no valoran la lectura, no será extraño que veamos el mismo comportamiento en los niños. La lectura es un aspecto del aprendizaje durante toda la vida.
  9. Brindar la oportunidad de que los niños vean y escuchen a un autor (y se ilusionen con ello), por ejemplo, asistiendo a ferias del libro y sesiones de lectura.

En definitiva, leer por placer, como dijo John Fitzgerald Kennedy, «es cambiar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía».

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