En deuda con San Josemaría

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San Josemaría fue quién inspiró la creación de nuestros colegios. En agradecimiento, celebramos la semana dedicada a él.

En Puertapalma-El Tomillar celebramos la semana dedicada a San Josemaría, quién ha realizado valiosas aportaciones al mundo de la educación. Las ha hecho sin haberse propuesto escribir ningún tratado, sin crear una escuela pedagógica, sin marcar un estilo pedagógico propio del Opus Dei. No han sido aportaciones de orden técnico o metodológico, sino que se refieren al espíritu que debe inspirar la educación, al modo de tratar a la persona y de entenderla. De ahí que posean un valor permanente frente a los avances científicos o técnicos, y que se expresen en una enorme diversidad de formas según las personas y las instituciones educativas en las que se presenta.

Vocación de servicio

Un colegio animado por el espíritu del Opus Dei tendrá sus aciertos y errores, pero tiene dentro del alma una vocación de servicio a Dios y a los demás. Por eso, cuando alguien visita nuestro colegio, o bien otros colegios semejantes a éste, advierte enseguida los rasgos de un ambiente y una fisonomía característicos, que son como un sello que se capta en muchos detalles.

Es un modo de entender la vida, una consideración atenta y fraterna de las personas, una escala de valores orientadora, una impronta eminentemente espiritual. Son valores y rasgos sencillos, ninguno de ellos poseído en exclusividad, pero que en conjunto apuntan hacia un espíritu que alienta todo lo que allí se hace. Y dentro de esos rasgos característicos, el que quizá define mejor la influencia del espíritu del Opus Dei es y ha de ser la búsqueda de la unidad de vida. Es una expresión acuñada por San Josemaría, y que se refiere, por decirlo de una manera sencilla, a la adecuación entre lo que se piensa, se dice, se hace, y lo que se debe ser y hacer.

Educar en libertad

El espíritu de libertad ha de ser también otro rasgo característico en una actividad educativa alentada por el espíritu del Opus Dei. Las personas deben formarse en libertad, y eso no es nada sencillo, porque educar en libertad no es simplemente dar libertad, que eso lo hace cualquiera, sino enseñar en libertad a utilizar bien la libertad. Y San Josemaría lo aplicaba también a la educación en la fe.

Hablaba a los padres de rezar, de dar ejemplo a sus hijos, de transmitir con la propia vida una formación profunda, de educar en un clima de alegría y de libertad. Y añadía: «No les obligues a nada, pero que os vean rezar: es lo que yo he visto hacer a mis padres y se me ha quedado en el corazón. De modo que cuando tus hijos lleguen a mi edad, se acordarán con cariño de su madre y de su padre, que les obligaron sólo con el ejemplo, con la sonrisa, y dándoles la doctrina cuando era conveniente, sin darles la lata«.

Identidad Cristiana

Hablaba también de que la identidad cristiana de un centro de enseñanza debía ser algo profundo, constitutivo. No es meter en la vida del colegio unos añadidos, unos suplementos de tipo espiritual o doctrinal, porque eso sería algo postizo (…). Todo ha de proyectar una imagen y una concepción cristiana de la significación del hombre y de toda realidad: así se compone esa unidad de vida, sencilla y fuerte, que predicó incansablemente durante toda su vida.

Extractos con ligeras modificaciones del artículo escrito por Alfonso Aguiló, director del colegio Tajamar, con motivo del 50 aniversario (1958/2008)

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